A Cora Cash, posiblemente la heredera más rica en los Estados Unidos de la última década del siglo XIX, la han educado para creer que el dinero le abrirá todas las puertas. Pero cuando su madre la lleva a Inglaterra para asegurarle un marido aristocrático, Cora se queda consternada por la bienvenida que le dispensan. Las grandes casas en las que es recibida son muy frías y hostiles, obstinadas con los amoríos en la planta de arriba y los chismorreos en la de abajo. Y cuando Cora se enamore ―de un hombre al que apenas conoce― se dará cuenta de que no termina de comprender del todo el juego en el que está inmersa y que su futura felicidad puede ser el premio.
Consuelo Vanderbilt
A finales del siglo XIX, Estados Unidos vivió el mayor crecimiento económico de su historia, lo que creó colosales fortunas. Sin embargo, ese dinero “nuevo” no era suficiente y las familias más ambiciosas anhelaban el prestigio de la nobleza europea. Por eso mismo, una legión de jóvenes herederas desembarcaban en Inglaterra y el continente, con la intención de conseguir un título a cambio de sus fortunas. Según la autora, Mí ultima duquesa está, en parte, basada en la historia de Consuelo Vanderbilt y su matrimonio concertado con el duque de Marlborough.Daisy Goodwin
Lo primero que alabaría de Mi última Duquesa es la descripción detallista que realiza Daisy Goodwin de la sociedad británica de entonces: encorsetada, decadente, orgullosa, incluso mezquina, pero por encima de todo, en muchos casos, arruinada. Para la nobleza del Viejo Mundo, todos esos nuevos ricos eran vulgares por presumir de sus fortunas, sin embargo esa misma nobleza, que miraba por encima del hombro a las herederas estadounidenses, concertaban matrimonios para salvar de la ruina a muchos nobles. Y es en ese ambiente, condescendiente hacia esos toscos americanos, y despectivo hacia sus fortunas, que aparece la heredera más rica de Estados Unidos, Cora Cash, en Inglaterra, haciendo gala de su temperamento impulsivo y caprichoso. Sin embargo, cuando conoce al Duque de Warham, desea que solo vea a la mujer y no a la rica heredera que podría salvar su ducado de la ruina.“…Le correspondía al príncipe acompañar a Cora a la puerta por estar sentado a su derecha. Cuando pasó por su lado, le murmuró:-¿Está usted librando otra guerra amegggicanapor la independencia, duquesa?Mi última duquesa es una novela histórica con tintes románticos, pero para mi gusto me quedo con el largo camino que emprende Cora para hacerse un hueco en una sociedad hostil, donde no sólo tiene que enfrentarse a un protocolo estricto, sino también a unas normas no escritas que pueden convertir un desliz en un escándalo. He disfrutado de la lectura, de cada paso de una joven ilusionada con viajar a Europa, acostumbrada a ser admirada, incluso decidida a casarse para escapar de una madre dominante. No obstante, y pese a su fortuna codiciada, se siente una intrusa entre nobles que la juzgan duramente. El pulso de Cora con su marido, con su suegra, incluso con el servicio, me ha parecido muy interesante, convirtiéndola en la protagonista exclusiva de la novela.
Cora miró aquel viejo gordo cuyos ojos estaban llenos de malicia.
-Eso depende, señor, de si cuento con la aprobación real.
El príncipe recorrió el cuerpo de Cora con la mirada y asintió de manera imperceptible.
-Siempre he pensado que el Nuevo Mundo terminaría imponiéndose algún día.”
Ivo, Duque de Warham, también es un personaje ambiguo, difícil de definir. No me quedaba muy claro si su propuesta de matrimonio era fruto de un enamoramiento o del interés por salvar su ducado gracias a la fortuna de Cora. Y es en ese final cuando he echado de menos conocerle un poco más, desentrañar más a fondo sus contradicciones. Es un hombre orgulloso, difícil de entender y de conformar, prisionero de un título que nunca ambicionó y de la responsabilidad que conlleva ser el último duque de un largo linaje. No siempre me caía bien, tal vez porque no se le da a conocer como el personaje se merece.
Los personajes segundarios son magníficos, algunos simpáticos, otros odiosos. Decididamente el amor maternal brilla por su ausencia, ya sea en la versión estadounidense como en la británica. La madre de Cora, la señora Cash, es dominante, manipuladora y egoísta; la de Ivo, la doble duquesa Fanny, es mezquina, ávida de protagonismo e hipócrita. Sin embargo, aunque resulten antipáticas desde la primera línea, están magníficamente perfiladas. Ambas son el fiel retrato de los mundos a los que cada una pertenece, una orgullosa, la otra ambiciosa.
Bertha tiene su propia historia, no es dueña de su vida y debe seguir, sin que se le consulte, a la señorita Cash, sabiendo que nunca volverá a ver ni su país natal, ni a su madre. No obstante es consciente de la soledad de Cora en un país extraño, de cómo el servicio se mofa de la rica heredera con la misma mezquindad que sus señores, lo que la lleva a protegerla de los cotilleos. La relación de Bertha con Cora es confusa, una extraña mezcla de dependencia entre ambas con la barrera insalvable de sus papeles en la sociedad. También está el tema racial ya que es negra, si bien en su país es rebajada a ser una ciudadana de tercera, en Inglaterra nadie la juzga por su color, pero es ninguneada por ser una criada, incluso por sus propios compañeros que la ven como una extranjera. La ambición de Bertha por vivir una vida mejor, ahorrando cuanto sea posible, es el polo opuesto a los criados ingleses, orgullosos, acomodados en sus roles, y decididos a no cambiar nada. La prueba es Jim, el ayuda de cámara del duque; a pesar del trato algunas veces insultante, no se plantea cambiar de vida y no entiende el afán de Bertha por buscar algo mejor.
“…En su país, habría sido impensable que una criada de color se abriera paso entre una multitud de personas blancas sin dejar a su paso una estela de miradas de desaprobación. La mayoría de la gente de este otro país no reparaba en que era una mujer de color, a los ingleses les preocupaba más la clase, y la gente de la alta sociedad de aquí sencillamente no veían a quienes no pertenecieran a su mundo. Bertha se preguntaba qué era lo que menos le gustaba: llamar la atención por su color o que no la miraran por su clase. “Mí ultima duquesa es una excelente novela histórica, llena de diálogos con doble sentido, personajes complejos y una bonita historia de amor; pero por encima de todo es una crónica del final de un siglo, que dejaba atrás una Europa decadente para dar paso a una nueva sociedad marcada por el poder del dinero. Para mi gusto, muy recomendable, más aun teniendo en cuenta que es la primera novela de Daisy Goodwin. Esta nueva escritora promete mucho.