Como sus zapatillas -únicas, brillantes, ande yo caliente y ríase la gente-, así también el pantalón, oscuro -alguien lo llamaría "fondo de armario", en vez de negro-, aventuro yo que comprado en la misma tienda, adornado él también por esos puntitos, unas lentejuelas refulgentes, brillos plateados que hieren la luz del descansillo.
Mi amiga, mi vecina la de enfrente, no sólo hace gala de zapatillas de las de estar en casa de argénteos brillos, sino que su aspecto se ve realzado por el pantalón -¿quién no tiene un cómodo par de pantalones que no importa manchar con las labores diarias de una casa?
Como sus zapatillas -únicas, brillantes, ande yo caliente y ríase la gente-, así también el pantalón, oscuro -alguien lo llamaría "fondo de armario", en vez de negro-, aventuro yo que comprado en la misma tienda, adornado él también por esos puntitos, unas lentejuelas refulgentes, brillos plateados que hieren la luz del descansillo.
Como sus zapatillas -únicas, brillantes, ande yo caliente y ríase la gente-, así también el pantalón, oscuro -alguien lo llamaría "fondo de armario", en vez de negro-, aventuro yo que comprado en la misma tienda, adornado él también por esos puntitos, unas lentejuelas refulgentes, brillos plateados que hieren la luz del descansillo.