Airin Takanawa Custer, la diosa de la maldad, fundamentalista del amor, sacerdotisa de dar por saco, fan incondicional de Tijeritas, musa de José Luis Moreno y su muñeco Rockefeller, delirio barcelonés, portuguesa vendedora de fajas ambulante, titiritera, tartamuda que solo se comunica por medio del silbo gomero, adicta a los lacasitos azules, lectora incansable de cómics manga, anime y fugimori... Todas esas mujeres son Airin.
Hija de un japones de Osaka y una Guatemalteca, nació en la pequeña localidad de Braga, en el norte de Portugal. (Aunque ella dice que nació en Azuqueca de Henares, porque ser portuguesa le da cosica.)
Es conocida su adoración por los fornidos leñadores barbilampiños austrohungaros y por los helados de cucurucho.
Madre de tres hijos reconocidos. Naruto y Manguto, dos gemelos “mu” tontos que dejó olvidados en el Carrefur junto al expositor de yogures Bio, lo que ocasionó que se pasaran varias semanas cagando. Y Mongomeri Clít, un adorable churumbel que abandonó, con todo el dolor de su corazón, en el torno de un monasterio adventista del 7º día por la tarde, una fría mañana de Noviembre. Fruto éste último, de una relación furtiva con Warren Fiumuichino.
A muy temprana edad se hizo bandolera en la serranía de Cuenca. Robaba a los ricos para dárselo a los pobres, y posteriormente robaba a éstos para jugarse los cuartos a las tragaperras. Fue apresada por la policía montada del Canadá y conducida a la prisión municipal de máxima seguridad de Estocolmo, donde cumplió una condena de 2 largos días. Se fugó mangandole el coche al alcaide y se dedicó a ir dando chocazos a troche y moche, ora en una rotonda, ora en un garaje contra una columna.
En la actualidad vive en paradero desconocido con un beduino sordomudo adicto a la chistorra, que la enamora cada mañana con bellas canciones
interpretadas con su organillo...y un violín.
Si quieres saber más de ella visita periódicamente su blog...y serás feliz.