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Quiero ser quien yo quiera ser, y no quien todos esperan que sea. Quiero no tener que elegir entre A o B, sino poder optar por las dos, o por algo diferente… o por nada. Quiero escuchar música por los auriculares, pero A TODO VOLUMEN, entremezcládome con el sonido que penetra en mi cerebro desde el exterior, tiñéndolo de colores y enseñándole un ritmo imposible. Quiero sentarme en un banco cualquiera y abrir un libro, perder la conciencia del paso del tiempo, de las voces, de los zapatos y las conversaciones que vienen y van… y percibir sólo la aventura entre las líneas.
Quiero reírme muy fuerte en medio de la calle, sin importarme que me estén mirando con esa cara tan repugnante que muestran alzando un lado del labio superior y una aleta de la nariz. Asquerosa. Quiero sentarme junto la ventana de un bus, o de una cafetería, o de un bar, o de un aula... sacar mi libreta, y sentir que soy libre; y, de vez en cuando me reiré, porque casi podré escuchar pequeños hilos de pensamientos de los curiosos que pululan por alrededor: “¿Qué escribe?”.“ ¿Por qué lo hace?”. “ ¿Qué se cree que es?”. “RARA”. “FRIKI”. “ PATÉTICA”.
Quiero contemplar el río y hacerme creer que está vivo, que se mueve por propia voluntad. Quiero ir al monte, confiar en las mutaciones accidentales, y encontrar un trébol no de cuatro, sino de cinco hojas. Y al día siguiente, de una sola. Quiero hacer una montaña de libros leídos y ser yo quien le corone. En la cima estara el mio. Quiero coger un tren con destino a “Muy Lejos”, mirar por la ventana sumergida en mi misma y después, sonreír, porque tú estarás mirándome con falso disimulo. Quiero darte un beso que sepa a sandía, y que, por supuesto, quieras más.
Quiero sonreír sin darme cuenta hasta que mis mejillas no puedan más. Quiero conseguir todo lo que me proponga, y no llorar por lo que ya he perdido. Quiero ser yo, ser yo del todo. … o porque yo me encargo de que lo sea.