Nunca me imaginaba que el azúcar fuera una droga tan eficaz y cuánta azúcar hay en nuestro día a día.
Y puede sonar a chorrada lo que voy a decir, pero es algo que he vivido en mis propias carnes.
Un día me levanté y mirando la báscula, dos meses después del parto, apenas había bajado kilo y medio desde aquél día. Me puse bastante nerviosa, porque, como mínimo, esperaba recuperar el peso antes del embarazo. De lo contrario… ¡¡¡eso no era sano ni saludable para mí!!! La imagen, bueno, soy coqueta, pero se puede ser coqueta con más relleno, eso no me preocupa en absoluto. Pero mi salud sí, porque es la salud que voy a tener para cuidar a Bebé Fúturo. Así que tomé una de las decisiones más tajantes de mi vida:
Me quito el azucar “añadido”
Nada de mi colacao por la mañana, nada de las galletas por la mañana, a olvidarme de helados, nada de tartas, dulces, chucherías ni variedas y, por supuesto… ¡adiós chocolate! Y quien me conociera, sabe del dolor en el corazón que me pueden producir estas palabras.
Iba a ser durante una temporada, hasta que recuperara mi peso ideal (bastante inferior a mi peso antes del embarazo). ¿Cuánto iba a tardar? Pues seguramente, con todo el azúcar que como normalmente, ¿dos o tres meses? ¿Quién no iba a aguantar ese tiempo sin azúcar?
A la semana llegó la cruda realidad: el mono del azúcar. Estaba irritable, estaba cansada, estaba harta, mejor no hablarme… y sólo podía pensar en comida con azúcar. Crepes con chocolate, el colacao de la mañana, un helado fresquito y sabroso. Me costó darme cuenta, pero necesitaba azúcar en vena. Aún así, me resistí.
A los tres días de eso ya fue un hábito. La gente me ofrecía con todo el cariño del mundo un trozo de bizcocho y yo declinaba amablemente la oferta. No volví a tomar una coca-cola, me pasé al colacao 0% azúcar (lo siento, pero necesito colacao), en los bares me pedía para desyunar siempre lo mismo: zumo de naranja, vaso de leche templada y tostada con tomate. ¡¡Estaba cumpliendo!!
Algún día sí he fallado. Pero no me he atiborrado en compensación. Simplemente sí me he comido parte de la tarta de cumpleaños de Papá Fúturo, o premenstrual perdida en lugar de comerme una caja entera de bombones me he comido una pequeña palmera de chocolate. Y punto… Jamás he tenido el día “libre de azúcar”, sino más bien el día “venga, por un poquito al mes no pasa nada”. En los tres meses sin azúcar que llevo puedo decir orgullosa que sólo he bebido 2 latas de cocacola. Conociéndome como me conozco, ¡¡¡es un triunfazo!!!
Como premio… a día de hoy he recuperado mi peso antes del embarazo: 75,2 kgs. ¡¡¡A seguir bajando!!!
PD: También he mejorado otros aspectos de mi vida. He rebajado considerablemente mi consumición de carne, he aumentado la ingesta de ensaladas y hasta como alguna que otra pieza de fruta. Incluso hago más ejercicio diario (aunque me he quitado del gimnasio).