MICHAEL BISHOP - Desgraciadamente, Philip K. Dick ha muerto, 2009 (1987)

Publicado el 21 octubre 2013 por Jorge Vilches
Novela leída en el metro. Sí, en el metro. Una de las cosas de mi nueva increíble vida es que he vuelto a coger el metro a diario. Mucha gente se queja de tener que pasar tiempo en el transporte público para ir a trabajar; a mí siempre me pareció una oportunidad para tener un tiempo seguro de lectura. Son modos distintos de tomarse la vida. Tanto viaje me ha permitido leer un libro magnífico de Michael Bishop titulado Desgraciadamente, Philip K. Dick ha muerto.
El origen del libro, como cualquiera puede imaginar, es la admiración hacia el maestro de la ciencia-ficción. Bishop intentó con acierto utilizar el estilo de Dick y hacer guiños al lector con las referencias a sus obras. El resultado es una más que notable novela. Los editores tuvieron el error de titularlo La ascensión secreta, que en una edición en castellano la subtitulan Llorad, Philip K. Dick ha muerto. Por fortuna, Bishop consiguió imponer al final el título que siempre quiso y que da sentido a la obra. Al final explico por qué.
La novela comienza, como no podía ser otra, con la muerte de Philip K. Dick. Agonía, soledad y una “resurrección” espiritual: unas máquinas diminutas presentes en la sangre de Dick construyen una “especie de fantasma material” que conserva los recuerdos y la mente del escritor. Todo ocurre en unos EEUU sumidos en la tiranía de Richard Nixon, el “Rey Richard”, que ha conseguido cuatro mandatos seguidos en la Casa Blanca –el máximo son dos-. En esta línea temporal, EEUU ha ganado la guerra de Vietnam y Nixon utiliza los resortes del Estado para eliminar la libertad, la crítica y la oposición. El proceso lo llama “americulturización”, por el que se inculca a la gente una única manera de ser, pensar y actuar con la correcta y, en definitiva, la legal. Bishop critica así la apropiación partidista de la “identidad nacional”, lo que viene a ser una desautorización, y a veces ridiculización, de la política nacionalista.
En esta línea temporal, parte de la obra de Dick es prohibida por el Consejo para la Censura Ciudadana, convirtiéndose en samizdat; es decir, en textos  mecanografiados y fotocopiados, pasados entre lectores de forma clandestina. Era un método utilizado por los escritores de oposición en la URSS y en otros países comunistas. Por otro lado, no sólo han ganado en Vietnam y someten a toda su gente a la americulturización, sino que EEUU ha establecido una base permanente en la Luna: Von Braunville (un homenaje al científico nazi fichado por los norteamericanos en 1945). A esto se le suman leyes absurdas de limitación de las libertades, como la Ley de Restricción de Desplazamientos Internos, que impide que la gente se mueva libremente por el país. EUU necesita un cambio, pero “Desgraciadamente, Philip K. Dick ha muerto”…o eso parece.
Entran aquí los perfectos personajes de Michael Bishop. El protagonista es Calvin Pickford, ex vaquero metido a dependiente de tienda de animales para seguir a su mujer, Lia, en su deseo de ejercer la psicología. Junto a Nixon aparece una actriz venida a menos, directora de los centros de americulturización, con complejo de Electra. De no menor interés está el norvietnamita Le Boi Loan, llamado Lone Boy, que trabaja en una librería, devorador de cómics de Daredevil y convertido a la fuerza en agente del sistema. El astronauta Vear, retenido contra su voluntad en la base lunar, católico que sueña con meterse a monje, y que es clave en el “exorcismo” de Nixon. Sí, exorcismo. Dick se reencarna en varias cosas, pero finalmente se decide por hacerlo en un enano negro, cuya proyección espiritual, un homúnculo, utiliza para comunicarse con los que van a hacer la abreacción. La “abreacción” es una terapia colectiva para sacar del subconsciente algo doloroso que impide progresar. Dicha abreacción se convierte en un exorcismo a Nixon en la Luna, dirigido por un obispo, y auxiliado por otros seis personajes más. Calvin había escrito una elegía a Dick que daba sentido a su acción: “Desgraciadamente, Philip K Dick ha muerto. / Pateémosle todos a Dios el trasero”. Ese pateo consigue cambiar la historia, la línea temporal, la vida a todos sin que se den cuenta, y devuelve momentáneamente la libertad a la gente. Y es que la nueva línea temporal tiene cierto problema. No hay guerra en la Tierra, pero la Humanidad es dependiente de unos alienígenas asentados en la Luna. El homúnculo de Dick tendrá que actuar de nuevo.
El libro está muy bien escrito. Es una maravilla. Está repleto de ideas, de diálogos inteligentes y frases ingeniosas. Hay escenas memorables, dignas de una película-por ejemplo, en el centro deamericulturizacióno el desfile con el castigo público a los disidentes-, confusiones entre el sueño y la vigilia, migración de almas, saltos en el tiempo, lucha por la libertad, y mucho homenaje a Dick. Una joya que publicó La Factoría de las Ideasy que ahora está a precio de saldo. No os la perdáis.