Pero de lo que no hemos hablado es de las "grandes y pequeñas cosas" que nos permite un mayor uso de la energía solar en nuestra vida diaria.
En este sentido es de destacar la tarea que viene desarrollando la organización Solar Sister, que busca "iluminar" la noche en la África rural, mediante el uso de lámparas solares, las que son comercializadas por medio de mujeres emprendedoras capacitadas y financiadas para tal fin.
El modelo de negocio desarrollado es el mismo que el de Avon, adaptado a las condiciones locales. Se trata de aplicar la micro-financiación a mujeres africanas, para que se conviertan en "emprendedoras-empresarias".
Llevan desarrollando esta idea durante más de un año, obteniendo "grandes" resultados, en el sentido de que ya poseen actividad en 3 países (Uganda, Sudan y Ruanda), han formado a unas casi 130 nuevas "emprendedoras" y beneficiado a más de 6 mil personas. Quizás los números aún no sean lo suficientemente importantes para "cambiar" la vida en las áreas rurales de estos 3 países, pero su idea de negocio non-profit, sí lo es.
La noche de la África rural suele ser una noche más oscura de la que el mundo desarrollado está acostumbrado, ya que muchas comunidades carecen de electricidad. En Uganda, por ejemplo, el 95 % de las comunidades no tiene electricidad, por lo que tienen que confiar en las lámparas de queroseno, que suelen ser caras y nada "ecológicas".
Las lámparas tienen un precio entre los 15 y los 50 dólares, que si bien en un primer momento resulta ser una inversión importante para las familias, sin embargo al gastar unos 2 dólares promedio semanales en queroseno, rápidamente se amortiza la inversión.
Según las estimaciones realizadas por Solar Sister una familia tipo podría ahorrar hasta 85 dólares por año al comprar una de estas lámparas solares. A la vez, las "emprendedoras" logran doblar los ingresos familiares por medio de esta nueva actividad. Por cada dólar invertido en este proyecto "retornan" 46, según Solar Sister.
Pero lo más importante es que mejoran sustancialmente la calidad de vida de las familias y principalmente de los niños, ya que por lo general al regresar del colegio deben colaborar con sus familias, lo que le quita la posibilidad de estudiar durante las horas de luz solar. Con las lámparas solares la organización estima en unas 3 horas promedio más, que de forma diaria los niños pueden "extender" su tiempo dedicado al estudio por las noches.
Una excelente idea que esperemos próximamente se extienda hacia otros países africanos.
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