Microfísica de la libertad, para mi amigo Adrián

Publicado el 15 enero 2012 por Romanas

14
septiembre 2002
Santiago Calleja
  Arrabal

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índice de autores 

Microfísica
del poder
en Foucault

(Un acercamiento
a su teoría del poder)

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 En 1966,siendo yo oficial administrativo por oposición de la Telefónica, que escribe en sus ratos libres como un poseso, consigo ser seleccionado en el premio Planeta de novela con “Fuera de juego”, y quedo clasificado en 2º lugar en el premio Arniches de teatro, del ayuntamiento de Alicante con mi comedia “El suicida”. Como a mi no me conoce nadie en los ambientes literarios españoles, no cabe la menor duda de que tengo cierta capacidad para juntar letras y para inventar mundos y personajes que susciten cierto interés en los miembros del jurado de ambos premios, o sea, que no puede negarse que en aquel entonces yo era un proyecto de escritor que debería de haberse dedicado a ello a todo tiempo.Esto, que debería haberme llenado de moral para continuar escribiendo produjo el efecto completamente adverso de convencerme de que no tenía nada que hacer en aquel campo porque las 2 mejores obras de mi vida en novela y teatro, sólo habían conseguido meterse entre los aspirantes a ambos premios, pero había sido derrotadas por “A tientas y a ciegas”, de Marta Portal, y por “Mi guerra”, de Carlos Pérez Damm. Ni que decir tiene que leí ambas obras y que pensé, y pienso todavía que no eran superiores a mis trabajos.Entonces, la disyuntiva que se me planteaba era la siguiente: o hacía caso a mi mujer que me dijo con una sinceridad que la honraba que si todo ese tiempo y esfuerzo que había dedicado a escribir esas dos obras las hubieras dedicado a trabajar productivamente, ella y sus hijos no estarían pasando tantas dificultades. Soy, creo, dentro de lo que cabe, una buena persona, honesta y responsable, y pensé que ella tenía toda la razón del mundo, yo no podía dedicarme a trabajar sólo en Telefónica, 1.225 ptas mensuales, 8 horas diarias, y dedicar el resto a escribir en mi buhardilla, permitiendo que mi mujer y mis 3 hijos pasaran hasta hambre mientras  yo me permitía el lujo de seguir escribiendo para estrellarme porque nunca, nunca, nunca, sin amigos, sin padrinos, sin el apoyo de un buen agente literario, conseguiría introducirme en el mercado literario y vivir de mi escribanía, como decía mi madre.Así que, aprovechando que los diarios de Alicante, Información y La  verdad me habían hecho sendas entrevistas, con motivo del fallo de los referidos premios, acepté las ofertas de Radio Popular y del 2º de los diarios y comencé a colaborar con ellos, haciendo, entre otros cometidos, la crítica de cine, ojo, Adrián, que somos casi colegas, o sea, que no me quedaba tiempo, como se dice tanto ahora, no ya para escribir sino para cagar.De modo que todos los minutos de todas las horas de todos los día, el que suscribe, sentía sobre su corazón el peso de vivir trabajando como un negro hasta las 4 de la mañana para que mi mujer y mis hijos tuvieran cierta seguridad económica mientras que yo no podía escribir ni una sola palabra en lo que tanto deseaba.Pero, eso, sí, lo hacía libremente, nadie me obligaba a trabajar en Telefónica, ni en la Cope ni en La verdad, yo lo hacía porque quería, de modo que yo podía muy bien,  una de aquellas mañanas en las que me levantaba para a las 9 en punto entrar en Telefónica y no ir, y, luego, no acudir a los cines, ver las películas, tomando notas en la oscuridad de los títulos de crédito, y subir corriendo al palacio episcopal, en cuyos bajos estaba la emisora, darlas por el micrófono y, después, ir a la redacción de La verdad y meterlas en las linotipias.Pero no lo hice, seguí trabajando 30 años en Telefónica, en la Cope y en La Verdad, y dando clases en los sindicatos, hasta que, cuando gané por oposición la jefatura de la Telefónica de Cartagena, me encontré allí con un compañero de carrera que hacía de secretario en el juzgado decano y que me dijo “por qué no llevas pleitos y ganas un sobresueldo” y lo hice y se acabaron todas las dificultades económicas.O sea que así como Foucault hizo su Microfísica del poder, yo acabo de hacer, para ti, Adrián, la microfísica de la libertad, si tú quieres, podemos decir que yo he sido un hombre libre puesto que, aprovechando becas del Ayuntamiento de mi pueblo, cuyo alcalde, jefe local del Movimiento, accedió a la súplica de mi maestro de escuela que le convenció para que a mí me ayudaran con todo, comida, libros, viajes, a estudiar, mientra mis hermanos trabajaban como picapedreros en los canales del Taibilla que trajeron el agua a Cartagena, y en las fábricas de conservas, acabé el bachiller y Derecho, de modo que, aprovechando el ofrecimiento de mi amigo el secretario decano, pude simultanear la Telefónica con los juzgados y sobrevivir de buena manera.Pero no creo que haya nadie que se sienta más frustrado porque yo no quería sólo comer, sobrevivir, yo deseaba con todas mis fuerzas hacer lo que estoy haciendo ahora mismo, escribir, utilizar las palabras para penetrar esa materia que es mi propia vida y extraer de ella reflexiones, pensamientos, historias que  le contaran a los demás mi visión del mundo, de la vida y de los seres humanos, y no pude hacerlo porque era libre, tan libre que tuve que trabajar durante toda mi vida, 20 horas diarias para alimentar con cierta dignidad a mi mujer y a mis hijos, y he pensado, pienso y pensaré que si yo hubiera nacido en Cuba, ese país de esclavos, tiranizado por esa canallesca dinastía de los Castro, una vez demostrada mi capacidad para escribir, me hubieran permitido, asegurando un mínimo vital para mí y los míos, dedicar a ello todo mi tiempo, como se lo han permitido a esos maestros y médicos que son, parece, los mejores del mundo y que no han llegado a serlo por haber nacido en las mejores familias sino tan sólo por ese mérito, el canallesco mérito de que habla Rajoy, por el que él y sus compañeros de partido que son médicos, notarios, registradores, abogados del Estado, jueces, etc. porque ellos, sus padres y sus abuelos fueron también médicos, notarios, etc., en este país de la gloriosa libertad donde para cursar una de esas carreras se necesita una inmensa cantidad de dinero para que el individuo libre pueda dedicar 15 años improductivos de su vida desde el punto de vista económico, a estudiar, mientras que alguien ¿quién? no sólo lo alimenta, viste y protege a él sino que permite que su familia prescinda de su trabajo en el común acervo familiar para seguir viviendo una vida absolutamente miserable.Ésta es, Adrián, a grandísimos rasgos, mi microfísica de la libertad, recordando, tan sólo, la microfísica del poder de Foucault, de modo que, para mí, sí que tiene pleno sentido aquella pregunta de Lenin al sabio español, libertad, ¿para qué, para morirte de hambre libremente mientras contemplas libremente cómo ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos, como hicieron sus padre y los padres de los padres de sus padres, libremente, ocupan por cooptación todos, absolutamente todos los buenos puestos de la sociedad libremente y, desde allí, oprimen libremente a esa inmensa legión de menesterosos que, libremente también, se disponen a morir libremente de hambre en Moscú, en Caracas, en la Habana, en Barcelona, en Madrid, en Sevilla, en Valencia, en Murcia, porque no pueden hacerlo libremente en el metro de N. York de una puñalada, tal como le gustaría morir al mejor amigo del hombre más rico del mundo, un tal Felipe González?Te decía, el otro día, yo que cada uno de nosotros es lo que sus circunstancias sociopolíticoeconómicas le han permitido ser y que esto precisamente es lo que algunos han llamado materialismo histórico, motor dinámico de la vida en este planeta, que si no conseguimos cambiarlo de alguna manera acabará un día, que no parece muy lejano, mandando a la mierda, a la puñetera mierda, a este cochino mundo que se resiste a funcionar de acuerdo con las verdaderas, auténticas, reglas de la Naturaleza que, pese al inefable Rajoy, quiere que seamos todos sus hijos exactamente iguales en lo que se refiere a las oportunidades de sobrevivir.De modo, Adrián, que hay que conseguir como sea, con uñas y dientes, como sea, en cada momento histórico, materialismo dialéctico, que esos tipejos que tienen la libertad continuamente en la boca pierdan la suya, la de utilizar todos los medios sociales, políticos y económicos para hacernos a todos los demás  sus esclavos, lo que es la manera más sublime de imponer la libertad, pero la libertad real no esa teórica que sólo representa realmente la posibilidad de elegir, muy libremente, entre la esclavitud y la muerte.