La música parece medir sus pasos, no es verdad, simplemente les obliga a avanzar a un ritmo, como un ángel negro que no quiere dejarnos escapar obligándolos con sus notas a modo de latigazos a seguir adelante. Y de repente le mira, un bello demonio aparece frente a sus pasos arenosos, los sigue con la mirada mientras pasa a su lado, sus gafas de sol reflejan una cegadora luz solar, parece querer algo que no logra saber si tiene, un objeto oculto, misterioso, y detrás de sus gafas, oculto a la mirada del corredor que le deja pasar. Le alcanza a los pocos minutos, después ambos desaparecen a la vista, se ocultan a la vista de aquellos que siguen el camino sin errar. Unos muros les sirve para practicar sus deseos a la sombra de un sol inamovible. El extraño amarra con la ayuda de unas cuerdas al corredor, las piedras resuenan bajo sus deportivas, la hierbas se balancea al ritmo del viento y el ambiente se encuentra cargado por el calor. Es entonces cuando de un bolsillo saca una bolsa de plástico azul, la sitúa alrededor de la cabeza de su amante, allí aprieta alrededor de su cuello. Cree que es un juego para seducirle pero tras unos minutos reconoce la verdad. Es un entretenimiento mortal, se ve obligado a buscar el aire, a tratar de romper la bolsa con los dientes. El aire se le escapa, no logra que permanezca mucho tiempo en su interior. Ya es incapaz de aguantar y cae, no del todo pues los amarres se lo impiden. Pero allí hay alguien más, al girar en sus gafas ve a otro chico que avisa gritando del suceso, pide ayuda. Al volver no encuentran nada más que el cuerpo sin camiseta apoyado en el muro, maniatado, como un animal.
La música parece medir sus pasos, no es verdad, simplemente les obliga a avanzar a un ritmo, como un ángel negro que no quiere dejarnos escapar obligándolos con sus notas a modo de latigazos a seguir adelante. Y de repente le mira, un bello demonio aparece frente a sus pasos arenosos, los sigue con la mirada mientras pasa a su lado, sus gafas de sol reflejan una cegadora luz solar, parece querer algo que no logra saber si tiene, un objeto oculto, misterioso, y detrás de sus gafas, oculto a la mirada del corredor que le deja pasar. Le alcanza a los pocos minutos, después ambos desaparecen a la vista, se ocultan a la vista de aquellos que siguen el camino sin errar. Unos muros les sirve para practicar sus deseos a la sombra de un sol inamovible. El extraño amarra con la ayuda de unas cuerdas al corredor, las piedras resuenan bajo sus deportivas, la hierbas se balancea al ritmo del viento y el ambiente se encuentra cargado por el calor. Es entonces cuando de un bolsillo saca una bolsa de plástico azul, la sitúa alrededor de la cabeza de su amante, allí aprieta alrededor de su cuello. Cree que es un juego para seducirle pero tras unos minutos reconoce la verdad. Es un entretenimiento mortal, se ve obligado a buscar el aire, a tratar de romper la bolsa con los dientes. El aire se le escapa, no logra que permanezca mucho tiempo en su interior. Ya es incapaz de aguantar y cae, no del todo pues los amarres se lo impiden. Pero allí hay alguien más, al girar en sus gafas ve a otro chico que avisa gritando del suceso, pide ayuda. Al volver no encuentran nada más que el cuerpo sin camiseta apoyado en el muro, maniatado, como un animal.