Luisana Colomine
“Cada uno es en el fondo titular de un cierto poder”, decía Michel Foucault (1926-1984), filósofo francés que desarrolló el concepto de los “micropoderes”, sin desconocer la teoría de Marx y Engels sobre el poder concentrado en el Estado.
Foucault hablaba de un ejercicio del poder “que no de miedo”, popular, democrático y colectivo y aunque varias de sus obras versaron en torno a las prácticas de ciertos funcionarios en hospitales, escuelas, manicomios y cárceles (seguramente no conoció el “bachaqueo”), esa tendencia puede proliferar en cualquier nivel o ámbito de la sociedad.
La guerra económica que vivimos en Venezuela ha propiciado tales distorsiones, lo palpamos día a día en el mercado, en la universidad, en los ministerios, en la buseta, en el metro, en cualquier parte donde se le asigne a alguien un micropoder, éste será ejercido de manera implacable porque, además, nace cual engendro indómito, sin identidad ni moral, justamente en las entrañas del macro poder que se asienta en el Estado
Por ejemplo en los supermercados, esos a los que tenemos que acudir quienes no contamos con un Pdval o Mercal cerca, se imponen los micropoderes de los cuales habla Foucault, asociados al saber, al conocimiento, a la información. Nexo letal ese del Poder y Saber.
Sin menospreciar ningún oficio (“El trabajo dignifica”, nos decían en casa) ser cajero o cajera en un supermercado es en este momento un verdadero privilegio. Desde esos espacios se adquieren, sin hacer cola, los productos regulados; se teje y alimenta la red del bachaqueo con un simple mensaje de texto: “llegó leche, pañales y papel tualé, apúrate que ya los van sacar”. De pronto decenas de motorizados irrumpen y el “super” se llena de gente que ni siquiera vive por el sector. Todos ganan menos el que acude allí por mera necesidad.
Después están los que “organizan” la cola, los que deciden qué y cuánto se va a vender. Los que han reemplazado a los anaqueles. Es el más perverso de los micropoderes porque nadie lo supervisa y es discrecional. Aquel día hicimos dos horas de cola en el Gamma Express de Santa Mónica. De pronto salió uno de esos que ejercen muy bien su micropoder y, descaradamente, llamó a alguien que estaba en la fila: “¡Vente, tía!” y la “tía” pasó de primera, provocando la ira de los otros cuya única influencia era el dinero para comprar.
Cuando por fin nos pasaron había una montaña de papel tualé marca Rosal de dos tipos: el de empaque anaranjado, a Bs.53 y el de empaque rojo, a Bs.23. Teníamos derecho a tres paquetes de cuatro rollos cada uno pero los encargados daban un paquete del anaranjado y dos del rojo. Alguien reclamó: “yo quiero comprar mis tres paquetes anaranjados porque el otro no dura nada y además tengo la plata”. Y le respondieron: “no se puede, eso es lo que hay”. Se armó la trifulca (por cierto la protesta no era contra el gobierno, sino contra el supermercado) pero se impuso el micropoder. Después vimos a los motorizados llevar sus tres paquetes anaranjados…
Los productos regulados deberían volver a los anaqueles para que la gente los lleve libremente. ¿De dónde viene eso de entregar las cosas? Igual la máquina captahuella impide pasar más de lo permitido y los excedentes quedan debajo de la caja registradora, a los pies del cajero-a, que reinicia el ciclo. En cambio los estantes están repletos de chucherías, (Doritos, Cheese Tris, etc), de pasta dental y de objetos inútiles que nadie compra. Ese es el otro micropoder, el de los dueños del supermercado, los que almacenan todo en sus depósitos y lo van soltando así, de a poquito cada día, para alimentar el ambiente de zozobra, de rabia.
Concluyamos con esta cita de Foucault tomada de su Microfísica del Poder (1979): “El poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de algunos. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes circulan los individuos quienes están siempre en situaciones de sufrir o ejercitar ese poder (…)”
Y usted ¿ejerce algún micropoder o lo sufre? Yo quiero ser cajera por un día.
@LuisanaC16