Después de una época de profundo recogimiento trascendental –a la que suelo llamar “etapa de conocimiento personal”– supe que tenía tanto que expresar como para escribir un libro.
Tras unas semanas garabateando cuadernos pensé que era necesaria una dedicación que mis horarios no me permitían: decidí escribir un cuento.
Al tiempo, comprendí que la síntesis y la elipsis no eran recursos que yo dominara. Lejos de rendirme, emprendí la elaboración de un poema.
Asumí que la rima y la métrica podían conmigo cuando devolví la mirada a los monigotes que poblaban los márgenes de un folio con algunos versos y tachones.
Cansado de pasar el pulgar y por las yemas del resto de dedos, arrugué la hoja. Antes de tirarla la leí de nuevo.
Fue entonces – en aquella época de recogimiento trascendental a la que suelo llamar “etapa de la depresión” – cuando escribí un microrrelato.
Autor del texto: Pablo Llanos