Esta foto de Parque Natural de Corralejo es cortesía de TripAdvisorEn un after del centro de Corralejo, a esa hora donde se desdibuja el límite entre lo soñado y lo real, una reina de la noche adopta un aire casual previamente ensayado frente al espejo de su dormitorio. Junto a ella una gogó aterciopelada se mueve mecánicamente al ritmo de una no música en trance hipnótico lacerante. Interpretan las miradas, traducen las sonrisas y se deciden a adentrarse en territorio enemigo. Alguien lanza el primer ataque, exhibiendo su potencia de fuego con el objetivo de una rendición incondicional del enemigo.Entrelazadas danzando al son de la máquina, deus ex machina,con los ojos cerrados para filtrar mejor el no ritmo que se cuela por su piel en pequeñas gotas de sudor. No esperan más de la noche que agoniza, así que intercambian dos sonrisas, una caricia y tres besos a destiempo para salir del local con las copas en la mano camino del aparcamiento. Y las dos, durante el trayecto hasta ese motel junto a la colina que alquila sus habitaciones por horas, solo piensan en como contarle a la chica de la que se han enamorado esa noche que mañana es su último día en la isla.
Esta foto de Parque Natural de Corralejo es cortesía de TripAdvisorEn un after del centro de Corralejo, a esa hora donde se desdibuja el límite entre lo soñado y lo real, una reina de la noche adopta un aire casual previamente ensayado frente al espejo de su dormitorio. Junto a ella una gogó aterciopelada se mueve mecánicamente al ritmo de una no música en trance hipnótico lacerante. Interpretan las miradas, traducen las sonrisas y se deciden a adentrarse en territorio enemigo. Alguien lanza el primer ataque, exhibiendo su potencia de fuego con el objetivo de una rendición incondicional del enemigo.Entrelazadas danzando al son de la máquina, deus ex machina,con los ojos cerrados para filtrar mejor el no ritmo que se cuela por su piel en pequeñas gotas de sudor. No esperan más de la noche que agoniza, así que intercambian dos sonrisas, una caricia y tres besos a destiempo para salir del local con las copas en la mano camino del aparcamiento. Y las dos, durante el trayecto hasta ese motel junto a la colina que alquila sus habitaciones por horas, solo piensan en como contarle a la chica de la que se han enamorado esa noche que mañana es su último día en la isla.