Lo siento.
Pero yo no quiero ser Presidente. Yo no quiero ser Rajoy. Ese no es mi oficio, sino el de intentar ayudar a todos, si fuera posible. Parados o con trabajo. Despedidos o desahuciados.
Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados. No queremos odiar, ni recortar, ni desahuciar ni rescatar a nadie.
En nuestro país deber haber sitio y trabajo para todos y nuestra riqueza, bien repartida puede alimentar a todos. Al final de la crisis podemos llegar siendo hombres y mujeres libres y desechar todos los falsos intereses que nos han impuesto.
La codicia ha envenenado los actos de Gobierno y ha levantado barreras de pobreza y marginalidad. Nos ha empujado hacia la miseria y la exclusión social por la avaricia, la acumulación y el derroche de unos pocos.
Nos han esquilmado deprisa y han hecho de nuestra pobreza su riqueza. Su irracional doctrina neoliberal nos ha dejado pobres y sin derechos. Nuestros gobernantes nos han robado para su beneficio y el de sus empresas donantes, financiadoras de campañas y eventos. Nuestra democracia ha quedada vacía y estéril. Han usado en vano su nombre y el de sus fraudulentas mayorías parlamentarias, obtenido con engaño y estafa.
Más que recortes necesitamos humanidad. Más que bancos saneados a costa del erario público, tener libertades y trabajo.
Sin estas cualidades la vida será violenta y se puede perder todo. La construcción europea nos hace sentirnos más cercanos a otros pueblos y países pero no a costa de convertir ese proceso en una falsa deidad y desangrar la riqueza de los pueblos pobres o en crecimiento. Se exige para esto bondad humana y la hermandad universal que nos una a todos nosotros.
Ahora mismo, mi voz llega a millones de conciudadanos de este país, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, parados, desahuciados de sus viviendas o con familiares dependientes desasistidos, víctimas de un sistema basado en la desigualdad que hace penalizar severísimamente a unos y permite hacer, amnistía o indulta a otros.
A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que el fruto de la codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano y que le temen al pueblo.
Su hora y momento pasarán y caerán de su pedestal y de su falsa democracia de ricos, de los mercenarios del mercado y del poder económico. Y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.
¡Ciudadanos!
No os entreguéis a esos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas, recortan vuestros sueldos, se jubilan con indemnizaciones millonarias y os dicen qué tenéis que votar, qué decir y qué sentir desde sus televisiones basura y desde su periódicos y medios informativos deformadores de la realidad, cómplices y propagandistas de su monumental estafa.
Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como números de su manipulación de la realidad y de la información. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, hombres sobresueldo, hombres de la especulación, con cerebros y corazones de cuenta corriente.
Vosotros no sois ganado, no sois basura, nos sois cuentas corrientes, no sois calculadoras, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo los que no aman odian, los que no aman y los hombres vendidos a su amo en forma de nómina o pan para perros.
¡Ciudadanos!
No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. En el capítulo 17 de San Lucas se lee: “El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres…”
Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa aventura.
En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad.
Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplir
án. Los demócratas de ocasión son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos a luchar para liberar a nuestro país. Para derribar sus leyes liberales, para eliminar su ambición, su odio, su rapiña y su intolerancia.Luchemos por el mundo de la razón.
Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a unos a la libertad y a otros a la cárcel.
¡Ciudadanos!
En nombre de la democracia, acabemos con la estafa, con el fraude y con la mentira.
Acabamos con este gobierno.
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