La construcción de una Europa unida y la cesión de soberanía a un ente supranacional despiertan recelos en algunos Estados temerosos de perder identidad y autonomía, debido a que muchas decisiones se adoptarán en instancias continentales. Y, a pesar de las bondades de formar parte de una unidad de mayor peso, desde cualquier punto de vista (político, comercial, económico, militar, industrial, agrícola, educativo, monetario, cultural, social, etc.), emerge ese miedo que los hace desconfiar del proyecto común europeo y temer que la identidad nacional se disuelva, los intereses específicos se desatiendan y la soberanía nacional quede condicionada a directrices comunitarias. Entonces surgen los nacionalismos radicales que intentan la vuelta atrás, el retorno al estado-nación en constante enfrentamiento con su entorno, donde busca extender su idiosincrasia y, también, imponer sus exclusivos intereses. Ultras que no quieren Europa si no es una réplica exacta de su país, que no aceptan deberes para obtener derechos compartidos y que prefieren la insolidaridad antes que estar sujetos a normas y procedimientos comunitarios.
*El miedo a la libertad, Erich Fromm. Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1975.