El jueves fui "a monitores" en el hospital. Qué poco me gustan los hospitales. Me siento vulnerable, dependiente, insignificante. El ir y venir del personal sanitario con sus rutinas; abren una vitrina, sacan unos guantes, charlan sobre la cena de Navidad mientras te miden la tensión, comentan cómo se pudo traspapelar la historia de aquel paciente; y tú allí, con tus incertidumbres y tu espera.
Y esto teniendo en cuenta que sólo he visitado el hospital para pruebas rutinarias del embarazo y poco más...
Y para el parto, claro. Se acerca mi segundo parto y no consigo visualizarlo de forma positiva. Básicamente evito pensar en ello, porque aunque sé que debo pensar de forma positiva, pensar que voy a ayudar a nacer a mi bebé, no ponderme nerviosa porque resulta contraproducente, etc. no sé si lo conseguiré.
Anoche tuve algunas contracciones dolorosas. Fue sólo eso porque se detuvieron y no han vuelto, pero pensé que quizá se iba a desencadenar ya el parto. Me sentí como una primeriza en el sentido de no tener ni idea de lo que iba a pasar finalmente. De hecho, en los primeros momentos estuve mucho más tranquila en el primer parto, en mi ignorancia de todo lo que seguiría después. Bueno, esto quizá suene excesivamente dramático. Tampoco fue tan grave el asunto, pero mi recuerdo no es bueno. En cualquier caso lo que iba a decir es que ayer me puse bastante nerviosa. Se suele decir que la experiencia es un grado, pero no lo tengo tan claro. Creo que tengo ahora mismo demasiado miedo al dolor.
La semana que viene estaré ya en la semana 37 de gestación, por tanto si el bebé nace ya no se considerará prematuro. Estoy impaciente porque pasen estos poquitos días para alcanzar esa fecha y así relajarme mentalmente y empezar a moverme un poquito más, ya que el estar en reposo, aunque sea relativo, es muy pesado y aburrido. Veremos de todos modos si el cuerpo me acompaña en mi deseo, porque lo cierto es que en cuanto me muevo un poquito más, y cuando digo un poquito es un poquito, vuelven las contracciones y sobre todo acabo dolorida y agotada. Es increíble.
A ratos pienso que cuanto más largo se me hace, más papeletas tengo de llegar a la semana 40 (o más...), que debo por tanto mentalizarme de que aún falta un poco. Y otros ratos pienso que tal y como estoy la niña puede llegar ya en cualquier momento.