El uso del polémico herbicida glifosato en las enormes extensiones de monocultivo de soja que tapizan las llanuras de las Pampas está pasando factura a otras actividades agrícolas. Los residuos de esa sustancia bajan la calidad de la miel y están repercutiendo de manera negativa en la apicultura de América Latina.La producción de soja en las llanuras del Cono Sur tuvo un crecimiento exponencial en la última década. La utilización de semillas transgénicas y la aplicación de herbicidas han sido objeto de fuertes polémicas por los efectos nocivos en la salud de la población, así como en el bienestar de la fauna y flora local.Entre las sustancias bajo la mira está el glifosato, comercializado por la transnacional estadounidense Monsanto, recientemente adquirida por la alemana Bayer.
En agosto de 2016, la Unión Europea detectó que la miel uruguaya tenía niveles de glifosato bastante superiores al máximo establecido de 50 partes por billón (es decir, 0,05 miligramos de la sustancia por cada kilogramo de miel).Los productores debieron negociar los contenedores enviados a un precio sensiblemente más bajo, y se suspendieron las compras desde ese mercado. La miel que ya estaba producida se exportó a Estados Unidos también a costo rebajado.Más: Histórico fallo: Monsanto comete crímenes de lesa humanidad
Los apicultores elevaron a las autoridades uruguayas sus reclamos, ya que el contexto provocaba que la miel se cotizara a un precio que volvía "inviable" a la actividad y ponía en riesgo la continuidad de los establecimientos productores.El Estado uruguayo convocó a una comisión investigadora en un plazo de tres o cuatro años años para determinar de dónde provenía el glifosato encontrado en las mieles, pero eso lejos estaba de las exigencias de los colmeneros."En tres o cuatro años, si no se corrige la presencia de glifosato en la miel, muchos productores se van a retirar porque es inviable la apicultura. Luego, cualquiera sea la vía de llegada de glifosato a la miel, si no cambia el modelo productivo, va a seguir llegando. De nada sirve saber si está presente en aguas de ríos, de arroyos, en el néctar de las flores. ¿De qué nos sirve saber eso si en definitiva la carga de glifosato que recibe la superficie agrícola sigue siendo la misma?", se preguntó Riera.Más: Investigadores argentinos encuentran glifosato en la cuenca del río ParanáA inicios de julio, la comisión investigadora divulgó que un estudio realizado en laboratorios estatales sobre 21 muestras arrojó que solo dos presentaban niveles superiores de glifosato a los tolerados por la Unión Europea. No obstante, desde la SAU reclaman más rigurosidad en los estudios.