El Gobierno lleva tiempo recortando en educación, sanidad, servicios públicos, ayuda a la dependencia… Sorprendentemente, no ha pasado nada. Ni siquiera el déficit, la gran excusa, consigue reducirse en proporción. La vida sigue, eso sí, más lastimera, dura y difícil de sobrellevar cuando el margen de maniobra ya era escaso. La crisis, por poner un nombre que explique parte, sólo parte, de lo ocurrido en estos últimos años, ha puesto patas arriba el estado del bienestar hasta que ha caído la última moneda de los bolsillos del ciudadano.
Sólo queda un sector todavía pujante, con buenas perspectivas de futuro donde labrarse una carrera aunque sea a base de patadas y zancadillas, faltas y fueras de juego que rara vez son pitados. Sí, el fútbol. Francisco
Y sí que protestamos por los recortes en lo imprescindible: gritamos, escribimos pancartas en la calle y blogs en casa, tuiteamos ira y compartimos imágenes-protesta que señalan a aquellos que han traspasado la línea Maginot de la decencia. Pero, mientras haya fútbol, podrán seguir campando por sus anchas en ese terreno sembrado de sobres, contabilidades B y dinero negro regularizado en una amnistía fiscal a la carta.