Eso de andar recogiendo migajas es perjudicial para la salud, el alma y la autoestima. Nuestra falta de solidez interna nos lleva en ocasiones a mendigar pagando un alto precio por ese reclamo, pues cuando despiertas ante tal declive, lo único que te acompaña es desazón ... Vacío oscuro repleto de reproches hacía uno mismo que quisieras alejar y que apenas aciertas a reconocer como tuyos
Lo positivo, siempre lo hay, es que este tipo de incomprensibles acciones para con uno mismo, hacen que replantees escenarios pasados acercando la visión de lo acontecido a una realidad que por egoísmo, pánico o necesidad quedaba enterrada, al tiempo que te llevan sin escapatoria a tu propio interior para atender reivindicaciones que escasamente fueron escuchadas y a las que ahora, inexcusablemente, has de tomar en consideración.
Es una concesión al poder del cambio, pues antes de rendirte desolado frente a la evidencia sin frenar tu caída en la amarga bilis de tus propias telarañas, cabe la posibilidad, la gran posibilidad, de tomar conciencia de que no todo se reduce a prestar más atención a lo que tu contertulio necesita, cuidando fondo y formas con extrema delicadeza para ayudar al despegue (obviando si ello te despedaza), sino que también o quizás por encima, has de tener "caridad" para ti mismo, en el sentido de tolerarte el ser digno de lo que sin duda, mereces.Esta honestidad además de beneficiosa, sana sangrientos navajazos que nunca dejaron de gotear. Proporciona cierta valentía para afrontar con serenidad y seguridad aquello que nublaba vista contribuyendo a un eficiente desarrollo interno de cada persona. La soledad suele ser mala consejera cuando no has sabido convivir con ella. Lleva a hacer renuncias por recibir migajas con desenlace infructuoso, pues más si cabe, suele devolverte al mismo abismo del que con tanta ansia aspirabas a no volver.Verse abocado a pedir limosna sólo permitirá, si acaso, recoger sobras y eso...entumece el corazón que además, no siempre cae en manos dignas de él...
Silvia AG