165 países, de los 193 que integran la ONU, se reunieron en esa ciudad de Marruecos, bajo los auspicios de Naciones Unidas, para materializar el primer esfuerzo multilateral por acordar medidas no vinculantes a la hora de actuar ante el fenómeno de la migración, desde un punto de vista integral, que contemple desafíos y oportunidades. En un planeta que levanta muros culturales, étnicos, lingüísticos, religiosos o políticos, hay cerca de 300 millones de personas que intentan traspasar tales barreras, huyendo de guerras y calamidades, para tener alguna oportunidad de mejorar sus condiciones de vida o, simplemente, sobrevivir. Representan el 3,4 por ciento de la población mundial y su única culpa es haber nacido en áreas de muerte, opresión o miseria. Pero son las naciones más afortunadas y prósperas del mundo las que tratan con denuedo de impedir la inmigración y las que consideran una amenaza para su identidad o seguridad la arribada de migrantes a sus puertas. Utilizando mensajes xenófobos, incitan el rechazo y hasta la agresión de la población al inmigrante, al calificar a este fenómeno como peligroso y a sus integrantes de delincuentes, sin atender la dimensión humana de personas concernidas por los Derechos Humanos y las Convenciones sobre asilo y refugio que todos estos países han suscrito.
165 países, de los 193 que integran la ONU, se reunieron en esa ciudad de Marruecos, bajo los auspicios de Naciones Unidas, para materializar el primer esfuerzo multilateral por acordar medidas no vinculantes a la hora de actuar ante el fenómeno de la migración, desde un punto de vista integral, que contemple desafíos y oportunidades. En un planeta que levanta muros culturales, étnicos, lingüísticos, religiosos o políticos, hay cerca de 300 millones de personas que intentan traspasar tales barreras, huyendo de guerras y calamidades, para tener alguna oportunidad de mejorar sus condiciones de vida o, simplemente, sobrevivir. Representan el 3,4 por ciento de la población mundial y su única culpa es haber nacido en áreas de muerte, opresión o miseria. Pero son las naciones más afortunadas y prósperas del mundo las que tratan con denuedo de impedir la inmigración y las que consideran una amenaza para su identidad o seguridad la arribada de migrantes a sus puertas. Utilizando mensajes xenófobos, incitan el rechazo y hasta la agresión de la población al inmigrante, al calificar a este fenómeno como peligroso y a sus integrantes de delincuentes, sin atender la dimensión humana de personas concernidas por los Derechos Humanos y las Convenciones sobre asilo y refugio que todos estos países han suscrito.