Estos pequeños limícolas tienen una de las rutas migratorias más largas del mundo de las aves, ya que se reproducen en latitudes circunárticas e invernan hasta el sur de África. En cuanto lleguen a sus cuarteles de cría dispondrán apenas de mes y medio o dos meses para criar a sus pequeños, eso sí, con las 24 horas de luz del verano ártico.
Además de estos migrantes tardíos en la playa también se encuentran algunos "veraneantes", ejemplares normalmente inmaduros que no completan el viaje hasta los lugares de cría, y permanecen en nuestras latitudes a pasar el verano, uniéndose luego a los bandos que vuelvan de regreso en migración otoñal. Es el caso de un chorlito gris Pluvialis squatarola o de esta aguja colipinta Limosa lapponica que reposaba tranquilamente en las rocas.
Además de las especies citadas pude observar 4 correlimos comunes, 3 archibebes comunes, 3 vuelvepiedras y 5 chorlitejos grandes Charadrius hiaticula. En este caso es difícil saber si están todavía en migración o son veraneantes. Por su comportamiento parecían estar aquerenciados a la playa, ya que se encontraban en la zona con más recursos, la parte oeste, y volaban frecuentemente a las rocas de la zona, como es el caso de estos dos chorlitejos grandes.
Por cierto, en estas fechas alguno de los chorlitejos grandes en paso puede pertenecer a la subs. tundrae, que se reproduce cerca del Ártico; los ejemplares son más oscuros y algo más esbeltos, aunque hay una variación clinal. Pude fotografiar un ejemplar con estos rasgos, aunque es difícil afirmar que pertenezca a esa subespecie.
Por último, decir que los veranentes que deciden establecerse en la playa no son sólo limícolas, como atestigua este precioso ejemplar inmaduro de garceta Egretta garzetta que se encontraba pescando en los charcos de marea.