El viajero de las edades (Poesía 2000-2020), de Miguel Ángel Curiel, Varasek, Madrid, 2024.
Miguel Ángel Curiel es un poeta español con una trayectoria importante. Este libro editado por Varasek constituye una recopilación de su poesía que abarca de 2000 a 2020. Lo primero que llama la atención es que no es el típico libro de “Poesía reunida” o ni siquiera una “Antología”, pues la trayectoria de Curiel siempre ha sido prolífica a la vez que peculiar, ya que muchos libros contienen textos publicados en poemarios anteriores que, sin embargo, son reescritos en publicaciones posteriores. De manera que la poesía del autor español parece una suerte de magma proteico que se extiende a lo largo del tiempo mientras se va renovando, dialogando con sus textos anteriores y siempre en continua revisión. El título ya sugiere que el poemario es algo vivo, como una manera de adaptarse al paso del tiempo, pero también de sucumbir a él.
A lo largo del libro se alternan poemas en prosa y verso, como una prueba sólida de que la poesía no depende de su forma, sino de su ritmo, sus imágenes y las sensaciones, así como el sentido que transmite. En esta propuesta heterogénea, encontramos textos cortos, de apenas tres versos: “El sol muerde / los fósiles / de mis ojos”. Otros, de mayor extensión, pueden llegar hasta las 4 o 5 páginas. Incluso, muchos textos combinan prosa y verso corto, lo que sugiere cierta idea de diálogo entre formas que pueden integrarse con naturalidad en un mismo poema. Hay una oscilación, un vaivén que también sugiere la idea del cambio.
“comme durée des âmes”
Olas negras.
Bajo
el mar
símbolos.
Allí
nunca
llega
el sol.
Camino de gravilla
para dios.
La nieve lo cubre
y
te alejas
hacia
el
sol.
Cierzo luminoso,
que poco te decimos,
pules el cielo,
la luz se oye dentro de las malas hierbas.
Nadie miente bajo las nubes, el humo nunca llega al cielo. La vida desborda el poema, es lo que se pierde en la tierra. De noche el venero brilla, poca es la luz de la verdad, en el venero brilla, lo que sale del venero se pierde en la tierra, de día también brilla, la verdad capta y da.
Las imágenes duran poco.
Ahí hubo agua y se secó.
Los pájaros mueren en la arena.
[Durée]
A pesar de su fragmentariedad y de no estar dividido en capítulos ni epígrafes, hay una constitución de poemario total, coherente y compacto. A lo largo de los distintos poemas, es común toparnos con expresiones y palabras en distintas lenguas, algo típico en la trayectoria del autor: ”El amor es un derrumbe, las palabras lo elevan hasta esa altura imposible de la que se cae todo y se quiebra en poèmes de un yo deshuesado; lo descarnó el atelier de la muerte, y con su sombra azul visitó a L’homme qui marche hacia Standing Woman”.
El lenguaje, muchas veces cercano al simbolismo, contiene una gran variedad léxica, con palabras del entorno rural y la naturaleza, y presencia de colores y figuras como sinestesia, oxímoron, asociaciones, yuxtaposiciones o metáforas visuales, lo que ofrece una poesía expresiva y llena de recursos. Resulta llamativo el uso de las repeticiones que intensifican una cualidad o el extrañamiento del propio lenguaje.
La poesía -o más bien el poema- es uno de los motivos más recurrentes y que mejor ilustran el alcance del autor. De alguna manera, es como si el metalenguaje no solo sirviera para que los poemas hablen de poesía, sino que la poesía es una temática en sí misma, su propósito es mirar, escribir y vivir la poesía. El poema es tránsito, cambio y a la vez mirada, ya que construye una realidad poética. El poema se fusiona con el poeta, o con la realidad que dibuja: “Entra la luz en mi poema” o ”este poema es una / flor seca”. Se da una fusión de la poesía y la mirada, porque la poesía también supone una construcción de la realidad: “¿De dónde sale el poema?”. En el caso de Curiel, de la mirada y la reflexión, pero también de cierta alucinación que nos permite adentrarnos en las cosas de una manera que solo así se pueden ver. Lo exterior (el paisaje, la tierra, los árboles, etc.) se funde con lo interior (la soledad, la muerte, el amor). La poesía es lo que lo relaciona: “el poema / es la grieta".
La poesía de Curiel es adentrarse en una experiencia misteriosa, que se siente cercana y a la vez extraña. Hay sabiduría y también dosis de surrealismo: “Este poema es una / flor seca. / En el resonar de esta grava / tú. / El sol muerde / los fósiles / de mis ojos”.
Poesía del riesgo, del extrañamiento, que conlleva conocimiento y descubrimiento de la existencia. Una poesía que indaga en el lenguaje y desde ahí, muestra sus límites, pero también sus hallazgos. Una poesía que merece un lugar en el panorama actual.