Hoy me dicen que es mi cumpleaños,
pero ya tengo demasiados muertos
como para ponerme a celebrar
fecha ninguna. Y es que no sé bien
qué hay que festejar: haber llegado aquí,
azul,
casi asfixiado por las contracciones,
dejando atrás un mundo de música y de agua.
Celebrar nuestro ingreso
en esta inmensa fábrica de muerte.
Y es que además ya faltan demasiados
para ponerse uno a festejar
la propia duración como si nada.
Así comienza Aniversario, un poema de Miguel Ángel Velasco que apareció en el año 2000 en La vida desatada y que forma parte de la espléndida antología que Alfredo Rodríguez ha preparado para Chamán Ediciones.
Pólvora en el sueño es el título de esta cuidada edición que aparece cuando se cumplen siete años de la inesperada muerte del poeta y que está llamada a convertirse en un libro de referencia imprescindible sobre la obra de uno de los poetas fundamentales de los últimos años en España.
Por decirlo con las palabras de Alfredo Rodríguez en su iluminador prólogo, Miguel Ángel Velasco era “uno de los mejores poetas con los que contaba nuestra lengua, un poeta verdadero, alguien que vivía la literatura, y por encima de todo la poesía, más que como un oficio como un sacerdocio, siempre alejado de los aparadores literarios más convencionales.”
Pólvora en el sueño -señala Alfredo Rodríguez- “recoge los poemas de Miguel Ángel Velasco que a mí, personalmente como lector suyo, más me impactaron, aquellos que más me emocionaron e impresionaron durante las primeras lecturas, con los que más intensamente conecté, y que luego más me hicieron reflexionar en sucesivas lecturas; aquellos poemas en los que más sentí que brillaba la alta poesía, en fin, en los que más me reconocí, y que constituyen, sin duda, mi continuo asombro ante su escritura, la aventura que sigue constituyendo para mí.”
Entre El sermón del fresno, su cuarto libro, y el póstumo La muerte una vez más, Pólvora en el sueño ofrece una selección irreprochable que reúne una muestra representativa del mundo poético de Miguel Ángel Velasco, además de cinco textos en prosa y tres entrevistas que completan la imagen del poeta.
Una antología de un centenar largo de poemas en los que conviven la emoción y la reflexión, lo visionario y lo contemplativo, la vida y la muerte, el himno y la elegía, el rigor formal, la importancia del ritmo y las metáforas brillantes, la revelación y la mirada, la hondura de su pensamiento y la intensidad de su mundo poético, atravesado por el sentimiento del tiempo.
"Tras el cristal, un mundo aún parece posible", escribía en un poema fechado el 1 de enero de 2010. Nueve meses justos después, el 1 de octubre siguiente, atravesaría la frontera para ir definitivamente al otro lado del espejo.
Lo había previsto repetidamente en algunos de los poemas de La muerte una vez más, como este homenaje a Emily Dickinson que tituló Caja de compás:
Cuando yo ya no esté y tiréis mis cosas
al cubo de las cosas ya sin alma,
a quien tome la caja
del compás, yo le ruego
lo haga con cuidado; mi niñez
plegada duerme dentro.
Y aún otra cosa más
le he de pedir: no un círculo
completo, que ello fuese
demasiada merced para mi sueño
sin tiempo, un arco basta, sugiriéndole
el columpio de sol, que mi niñez
sabrá hacer lo demás cuando regrese
a su funda morada.
Poemas que –explica Alfredo Rodríguez en su prólogo, que es un acercamiento a la persona y la obra de Miguel Ángel Velasco - “son auténtica pólvora. O, como él mismo diría, son pólvora en el sueño.”
Santos Domínguez