Miguel Bosé linchado por su propia secta progre.

Publicado el 23 mayo 2019 por Mike Sala @mikesala65

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La inquisición laica que forman los progres cuando se unen en manada es inmisericorde incluso con sus iconos, si se pone a ello.
La polémica surgida cuando una candidata de Podemos ha criticado las cuantiosas donaciones de Amancio Ortega a la sanidad pública ha agitado al rebaño morado, y sus más significados representantes, arropados por sus incondicionales votantes lanares, han saltado a los medios y a las redes sociales en estampida para reforzar lo dicho por esa tarada improductiva que pretende ser presidente de la Comunidad de Madrid sin aportar un solo mérito para ello.
En este tipo de partidos, más bien sectas o tribus, el que se atreve a disentir es rápidamente defenestrado. Los únicos que tienen carta blanca para hacer y decir lo que les viene en gana son los intocables líderes. Pueden tener dinero en paraísos fiscales y criticar a otros que lo hacen, pueden comprar casas de alto standing y sentirse molestos si otros las compran, y pueden decir hoy una cosa y la próxima semana la contraria para acusar después de incoherentes a quienes cambian de opinión. Pueden hacer todo eso, y sus admiradores, indigentes mentales de manual, seguirán fieles a la secta, justificando todas sus acciones.
Pero, amigo, si no eres de la élite que dirige la tribu, ya puedes ser muy icono progre, muy icono gay o muy icono artista, que como te signifiques mínimamente en contra de lo que declaran los dueños del chiringuito, estarás expuesto a ese linchamiento social del que tanto gustan las masas y al que tanto recurre la borregada para aliviar su rabia y frustración.
El penúltimo linchamiento en la plaza pública progre ha sido el de Miguel Bosé. A la masa lanar no le ha importado en absoluto que Bosé sea abiertamente gay y de izquierdas, que se haya significado como tal en no pocas ocasiones, que en el pasado diera todo su apoyo al indecente Zapatero y su apesebrado clan de la ceja junto a un nutrido grupo de artistas, o que unos pocos años más tarde se mostrase abiertamente a favor de Podemos. “Es tiempo de los Pablos”, llegó a decir en 2014. A la turba progre todo eso le importa muy poco. De vez en cuando semejante banda de caníbales necesita carne que masticar y huesos que triturar. Y Miguel Bosé ha cometido el gran error que un progre de la masa no perdonará nunca: tener un momento de lucidez, hablar con coherencia y defender lo que es correcto.
Bosé ha mostrado en Twitter su apoyo a Amancio Ortega y sus donaciones a la sanidad pública. Tan solo ha bastado eso; comportarse como un ser humano con corazón y conciencia, para que el Podemismo más rancio, cavernario y linchador se haya vuelto hacia el cantante con intenciones de abrirle en canal. Bosé ya tenía un “aviso”. Ya estaba marcado, por haber criticado a Nicolás Maduro y sus abusos contra el pueblo venezolano. Pero esto ya es el colmo. No se puede salir en defensa de alguien inmensamente rico que salva vidas donando millones. Eso no está bien, si no lo hace alguien de izquierdas. Pero nadie de izquierdas lo hace.


El personaje de turno, Bosé hoy y mañana cualquier otro que opine libre y coherentemente, acabará simbólicamente decapitado, con su cabeza clavada en una pica y expuesta al público a extramuros del nuevo vaticano podemita de Galapagar. Porque a un facha, es decir, a cualquiera que no sea de Podemos, le habrían apalizado, escupido, y dejado libre para volver a machacarlo un tiempo después por un motivo u otro. Es el deporte oficial en la mafia morada. Pero para un Miguel Bosé beatificado durante el zapaterismo y santificado posteriormente por Pablo Iglesias y su curia de peligrosos perturbados, no puede haber ni rehabilitación ni perdón.
Al potro con él. Que actúen los inquisidores y que el pueblo se reparta los despojos. Habemus mártir.
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