Fotos: Jaume Prat
A José Enrique Peraza, por haber compartido tan generosamente conmigo sus conocimientos sobre el Maestro y por su confianza.
Todo el mundo sabe que los turistas no se dispersan. No es tan inmediato pensar, pero, que los habitantes de las ciudades tampoco, así que el primer comportamiento es un reflejo del segundo. Visitar el casco antiguo de Vitoria ofrece un buen ejemplo de ello. En planta tiene forma de huso orientado según la directriz norte-sur, y, por esta última orientación, se abre radialmente a un ensanche decimonónico que contiene la sede del Gobierno Vasco, la estación de tren, la plaza de los Fueros, tiendas y paseos por donde dejarse ver si alguien puede reconocerte. La relación de los usuarios y los habitantes del casco antiguo con su tejido se produce a base de saltos puntales entre éste y los tejidos circundantes. Los desplazamientos suelen ser de polo de atracción a polo de atracción, de ida y vuelta con pocas o ninguna distracciones intermedias, a menudo aprovechando las calles que desembocan en las puertas de la muralla derribada hace mucho. El desplazamiento en zigzag entre el centro urbano y el tejido circundante, es decir, los intentos de fusión entre barrio y barrio, no se plantean. La gestión común de estos espacios es un lío, con concejales de distrito enfrentados, equipamientos doblados, discontinuidades y diferencias no resueltas. A dos o tres minutos a pie del extremo norte del casco antiguo de Vitoria se erige la iglesia de la Coronación, centro de su barrio de edificios populares de últimos 60 y primeros 70, Obra Sindical del Hogar pura y dura sin más pretensión que solucionar un problema de demanda de vivienda, formada por unas pocas manzanas apartadas de dicho casco histórico, que se le adosa literalmente, con calles que llegan a prolongar alguna de las existentes. Queda a cinco minutos a pie de la catedral de la ciudad y constituye otro de los equipamientos doblados entre barrio y barrio, que ha contribuido más a separarlos que a unirlos. También a identificarlos: la dictadura impuso una separación de clases que explica la existencia del edificio.