Miguel García Llorens: “La danza contemporánea es un espacio en el que muchas artes pueden converger”

Publicado el 03 octubre 2017 por Apgrafic
Miguel García Llorens | © Diego Arévalo

Entrevista realizada por Luciana Fonseca

“He hecho de todo”, me cuenta Miguel García Llorens tras un taller de danza que acaba de realizar. Miguel es bailarín, peruano y pertenece a la compañía de danza francesa ICI-CNN Montpellier, que se presenta este 3 y 4 de octubre en el Gran Teatro Nacional con la muestra itinerante De una historia real, del coreógrafo Christian Rizzo. Mientras conversamos, Miguel aún contagia la energía que parece desbordarlo en cada una de sus gesticulaciones. “He hecho desde comerciales, series de televisión, teatro y más televisión. También estuve en la selección peruana de voleibol. Después empecé a hacer circo,  acrobacia y mi primer taller de danza contemporánea. De todas estas experiencias me gustó más el circo”. Sin embargo, su profesión actual es la de bailarín.

L.F: Después de 10 años de ausencia, ¿cómo sientes el panorama de la danza en Lima?
M.G:
No son 10 años de ausencia a secas. He venido por breves periodos y siempre me ofrecían para participar en algún proyecto, pero nunca coincidían con las fechas de mi estadía. Igual no es que sea un coreógrafo que venga a presentar creaciones propias, no tengo intención de serlo. Pero sí siento que ahora hay una dinámica menos sectaria y hay más lugares para mostrar la danza y más gente que quiere hacer las cosas a través de ella. Y eso me hace muy feliz.

L.F: ¿Cómo así decides postular a una escuela en Francia?
M.G:
Conocí a un grupo de cirqueros franceses mientras estudiaba acrobacia y me dijeron para irme con ellos porque vieron que tenía potencial. En ese momento, yo estaba terminando la universidad y no lo consideré. Hasta que un amigo peruano que vivía allá también me insistió porque tenía el nivel gracias al vóley y al circo. Además quería hacerlo y soñaba con vivir en una carpa.

En aquel momento, Miguel tenía 23 años. La edad límite para postular eran los 24. Así que envió sus papeles a dos países: Bruselas y Francia. Hizo las audiciones y, en Francia, entró a la ENARC (Escuela Nacional de Circo). Cuando llegó a la escuela se dio cuenta que no le agradaba que escogieran por él la técnica que, supuestamente, iba a ser su especialidad: la cuerda volante. Así que decidió dejarlo allí e irse a otra escuela más ligada al mundo de la danza y que empalmaba más con su filosofía. Miguel resalta que allí conoció a gente increíble y muy talentosa también.

M.G: La directora en el momento que estuve en el CNDC (Centro Nacional de Danza Contemporánea) fue Emanuelle Huynh, una filósofa y coreógrafa muy peculiar que por su manera de pensar me gustaba mucho. Me quedé ahí dos años y en paralelo hice una licenciatura en danza en la Universidad de París que es donde se repasa toda la parte teórica y técnica.

Una vez licenciado, Miguel no conseguía trabajo. Sin embargo, tuvo la suerte de que lo volvieran a contratar en la misma escuela de verano donde dictaba clases cuando llegó a Francia. Mientras tanto asistía a audiciones y esperaba a ver qué pasaba. En unos meses, un profesor le propuso un proyecto pero todavía tenía un contrato con la escuela. Siguió dando clases y trabajando con el profesor con quien hizo dos piezas. Y es durante ese proceso que pasó la audición con Christian Rizzo y empezó a hacer este proyecto en el Centro Coreográfico Nacional de Francia, en Montpellier.

L.F: ¿Cuál es la historia detrás De una historia real?
M.G:
Está basada en una anécdota que le pasó al coreógrafo Christian Rizzo diez años antes de crear la pieza. Mientras se tomaba un café en una plaza de Turquía, vio pasando por la calle un matrimonio. De pronto, vino un grupo de ocho bailarines que hizo una danza folclórica alrededor de ellos y así como aparecieron, desaparecieron. Y él se quedó atónito. Ése es el punto de partida de la obra, pero nosotros no aprendimos ningún tipo de danza turca; más bien le dimos vuelta al concepto de folclore y lo entendimos como algo que nos unía. El nuestro era el rock. Es por eso que las baterías nos acompañan. Y lo  bacán de la pieza es que es todo de corrido y a veces nosotros nos vamos y las baterías se quedan tocando. Entonces estas asistiendo tanto a un concierto como a un espectáculo de danza. Hay un dialogo también. Es un espectáculo sencillo de ver, no muy conceptual.

L.F: ¿Qué significa para ti la danza contemporánea?
M.G:
Es un espacio híbrido. Muchas artes y expresiones del arte pueden converger. Además, se puede partir desde el cuerpo, desde el concepto o desde lo plástico. Para mí, esto es lo más increíble de esta disciplina. También lo podemos entender como la búsqueda del hombre hacia su conexión con la tierra.

+ info: De una historia real en Lima