Miguel piñero: el poeta de la cárcel

Publicado el 18 junio 2010 por Maxpalacios
Miguel Piñero: el poeta que flota sobre New York


Por: Gianfranco Languasco


Cayó en Estados Unidos a los 4 años solo para darse cuenta de su error fatal: entre los barrios bajos neoyorquinos se perdió en las drogas, el crimen y el alcohol, pero también encontró (y forjó) un talento innato para la escritura. Así, el mismo hombre que prendía porros en el Bronx y se emborrachaba en cualquier cantina de mala muerta encandiló a la crítica especializada con su drama teatral Short Eyes y se convirtió en una de las referencias poéticas más importantes para los latinos residentes en el país del tío Sam, entre las décadas del ’70 y ’80. Desde ahí se hizo llamar nüyorican Y dejó en claro que las raíces no se olvidan aunque crezcan en tierra ajena. Por supuesto, he aquí la historia.

Escribir sobre la vida de Miguel Piñero es como volver a hablar del eterno problema del subdesarrollo latinoamericano: drogas, sexo, alcohol. Todo en un solo barrio y creciendo a la par de los niños con educación paupérrima y alimentación escasa. Piñero no iba a ser la excepción. Por eso, sus padres decidieron llevárselo, junto con su hermana, de su natal Gurabo, centroeste de Puerto Rico, a la tierra de las oportunidades: Estados Unidos. Era 1950, los europeos aún trataban de superar el trauma de la II Guerra Mundial y los norteamericanos se erigían como dueños de esta parte del mundo. Llevados por la euforia, la familia Gómez Piñero desembarcó en New York, al llamado Lower East Side, buscando ser parte del sueño americano. Pero todo salió mal: con el paso del tiempo, el joven Piñero fue ganando experiencia en la técnica del achoramiento y el bolsiqueo. A la engañosa edad de 11 años ya estaba en la mira de las autoridades por robo. La cura estaba resultando peor que la enfermedad.

Primeros pasos (living in New 'Junk' City)
Miguel Gómez Piñero nació en 1946 y a los 4 años ya correteaba en aceras gringas. En 1954, el papá abandona la familia, por lo que los hijos adoptan el apellido materno: Piñero. La ausencia paterna puso en caída libre a la familia: tuvieron que mudarse a un sótano y vivir de la asistencia social que les brindaba el estado. Por supuesto, el joven Mickey sintió la pegada y se vio forzado a madurar rápido. Las calles lo acogieron. Robaba pan y leche para sus hermanos. Un día lo agarraron y fue recluido en el Juvenile Detention Center, en el Bronx. A los 13 ya formaba parte de una banda callejera llamada The Dragons.

Sin embargo, Piñero no era indiferente a las letras. Su madre solía recitarle poemas de autores puertorriqueños lo que le permitió expandir su visión sobre la realidad en que vivía. “No tenemos que ser porteros ni meseros, Miguelito” le aconsejaba ella. Parecía ser un poco tarde. Desde los 15 ya había comenzado con la heroína. Luego, Piñero se mudaría a Brooklyn donde fue apresado por el robo a una joyería. Era 1961 y aún faltaba lo peor. Pasó de ser amigo de lo ajeno a amante de lo fácil. En 1972, a los 25 años, fue encarcelado en la New York State Penitentiary at Ossining también conocida como Sing Sing. Para ese entonces, ya tenía un largo historial en robo a mano armada y posesión de droga.

Contrario a la lógica, fue Sing Sing lo que engendra al Piñero escritor. Quién sabe cómo. Entre rejas, “Mickey” pasaba el tiempo con viejos convictos, nutriéndose de su cultura callejera, confundiéndose entre la crema y nata del crimen neoyorquino. Piñero saldría en libertad bajo palabra de Sing Sing, gracias a una audiencia, puesto que comenzaba a distinguirse entre el resto de convictos. Le estaban abriendo la puerta de la jaula, el resto dependía de él.

Ojos que sí ven
Marvin Félix Camillo había llegado a Sing Sing como quien busca historias en una librería. Junto a Clay Stevenson, se encargó de montar un taller en dicho reclusorio para que los presos no se mosqueen en los alrededores. Llegaron junto a La Familia, un grupo teatral conformado por ex convictos. En búsqueda de algún nuevo talento desarrollado a la mala entre los barrotes, encontraron un poema que los dejó encantados. Se llamaba .Black woman with a blonde wig on. (mujer morena con peluca rubia). Viendo el potencial, Camillo lo puso en la competición. Ganó el primer premio. De inmediato, buscó al autor. Era Piñero quien, con su ayuda, comenzó a escribir muchas obras para ponerlas en escena dentro de la cárcel.

Lo que siguió fue un vertiginoso ascenso: al salir de la prisión, se unió formalmente a La Familia en el Teatro de Riverside Church. Ahí, en 1974, fue concebido su mayor trabajo: SHORT EYES. La historia gira en torno a sus vivencias personales pre y durante su encierro. Casi un grito, un llamado de atención, quizá la única forma de decirnos "aquí estoy, así es como la pasé en el encierro". Fue así como ocurrió lo impensado. La crítica especializada aplaudió de pie, los elogios no se hicieron esperar por parte de la élite teatral de New York. El guión fue editado y publicado en 1975 por la editorial Noonday Press. Tiene una frase que te ronda la cabeza docenas de veces y que sirve como piedra angular para entender la psicología de la obra: "La fregaste porque pensaste en ti antes de pensar en nosotros, antes de entendernos". El viejo adagio del convicto, el todo o nada. La obra fue un éxito pero esto recién comenzaba.

SHORT EYES logró ser montada en el off-Broadway, término usado para denominar a las obras presentadas en New York pero fuera del circuito principal. El New York Drama Critics Circle Award la alabó y luego fue nominada a los premios Tony. Además, ganó un Obie a mejor obra. Todo en un solo año. Tanto fue el reconocimiento recibido que Piñero fue invitado a conversatorios en centros de enseñanza como Princeton, Rutgers y Pratt. El Drama Desk Award lo distinguió en la categoría de “Nuevo Dramaturgo Destacado”.

Miguel Piñero siguió ascendiendo. Comenzó a escribir episodios para series como Fort Apache, Baretta, Miami Vice y D.C. Cops. A la par, producía obras como THE SUN ALWAYS SHINES FOR THE COOL, EULOGY FOR A SMALL TIME THIEF y MIDNIGHT MOON AT THE GREASY SPOON, todas editadas y publicadas en 1984 por la editorial Arte Público Press. Además, se dio el lujo de entrar como actor secundario en varia películas y series. Parecía que nadie lo paraba, el automóvil Piñero iba a 150 km/h por la carretera. Olía a drogas y alcohol.

La sociedad de los poetas nüyoricans
Miguel Algarín siempre había crecido en una familia culta. Recitaba versos de memoria y era íntimo de Miguel Piñero, la sensación del momento. Los '70 estaban en su esplendor cuando a los tocayos les picó la idea de la unificación. Se juntaron con un grupo de jóvenes artistas y escritores, la mayor parte inmigrantes puertorriqueños o descendientes de la isla. Así nació el Nüyorican Poets café. Nüyorican es una palabra que proviene de la conjunción de New York-Puerto Rican, justo como lo fue Piñero, como lo eran casi todos en el grupo.

Con ellos, Piñero confirmó lo antes mostrado: su talento callejero. Sus poemas eran su propio sentimiento diario en un barrio pobre del primer mundo. Era, quizá, el sentir de muchos latinos en USA. En 1985, Arte Público Press volvió a apostar por él y publicó dieciocho poemas en un compilado que vio la luz bajo el título de LA BODEGA SOLD DREAMS. Piñero retrató así el sentimiento latino, la malicia social. Malicia de la que él aún gozaba, ya sea pasado de copas, coqueteando con la bisexualidad -se dice que mantuvo una tormentosa relación con el artista plástico Martín Wong y, alguna vez, con su protegido Reinaldo Povod- o aspirando líneas en un cuartucho neoyorquino. “Él documentó nuestro espíritu” dijo alguna vez el actor John Leguizamo y es posible que así lo hayamos sentido todos.

Hasta la actualidad, el Nüyorican Poets Café acoge a poetas que publican sus primeras obras, que quieren vivir el sentimiento Piñero, que recitan The Lower East Side de memoria, acaso el poema más representativo de Piñero. Poetas que aún buscan la causa y que añoran encontrar la bodega que vendía sueños, aquella sobre la que tanto leyeron y que solo sobrevive en el sueño latino de un yonqui de los años 70.

Últimos tragos
Mickey Piñero falleció en New York, a las 2:25 a.m. del 18 de junio de 1988, tras diez días de resistirse al más allá. Tenía 41 años y, según reporte del Bellevue Hospital, su fallecimiento fue a causa de una cirrosis avanzada. Fue un golpe durísimo. Era el nuevo líder de la movida setentera que había salido de esa "tumba de concreto". que él llamaba su casa. Una pena porque no llegó a cruzar fronteras con fuerza y no se dejó escuchar mucho en Latinoamérica.

Piñero fue cremado y se cumplió lo que él anticipó en The Lower East Side: sus cenizas fueron esparcidas por la ciudad mientras que sus amigos declamaban fragmentos del poema. Muchos se lamentaron de no haberlo conocido lo suficiente, de no haber leído todos sus poemas o haberle reclamado qué cosa era él: ¿un nüyorican o puerto rican o neoyorquino? Parecía tan difícil entender a alguien como él, con su complejidad, con sus desvaríos en una vida que siempre lo dejó solo frente a sus problemas.

En el 2002 se estrenó PIÑERO dirigida por León Ichaso y protagonizado por nuestro compatriota-a-medias Benjamin Bratt. El resultado fue un excelente biopic sobre la vida del más representativo ícono latino en USA en los años 70 y 80. Pero hay una escena que es imperdible. Cuando reproducen el homenaje que le hacen sus amigos mientras lanzan sus cenizas. La gente lloraba en el barrio más yonqui de la céntrica New York. Las imágenes se alternan con la forma en que Piñero muere echado en la camilla del hospital. De pronto, aparece su voz, esa voz latina y ronca, accidentada. “Yo no quiero ser enterrado en Puerto Rico” -dice- “No quiero descansar en un cementerio de Long Island”. Su rostro cruza la toma y nos mira de frente. ”Quiero estar cerca de los cuchillazos, disparos, timos, el nuevo nacimiento lloroso y las muertes no naturales. Así que, por favor, cuando muera, no me alejen más, solo déjenme estar cerca. Cojan mis cenizas y arrójenlas sobre the lower east side”. Parece rogarnos, con su barba crecida y cabello sucio, que no lo dejemos ir. Te hace pensar ¿qué demonios hago acá? Te da ganas de correr por New York y respirar ese aire donde aún deben permanecer sus cenizas drogando a los millones de personas que avanzan por el lado más bajo de la ciudad.

(Publicado en DedoMedio)
POEMA DE MIGUEL PIÑERO

(Traducción de Gianfranco Languasco)


Seeking The Cause (Buscando una Razón)


el estaba muerto
el nunca vivió
muerto
muerto
murió buscando una razón
buscando LA razón
porque el dijo quue nunca vió una razón
pero escuchó sobre ella
escuchó el chillido de los hambrientos niños del ghetto
escuchó a los tractores haciendo nuevas rutas a nuevas prisiones
murió buscando una razón
buscando LA razón
el murió al llegar
realmente nunca vivió

parte alta de la ciudad...centro de la ciudad...cruzando la ciudad

su cuerpo fue esparcido por toda la ciudad
buscando la razón
pensando que la razón consistía en 75 dólares y zapatos de cocodrilo
pensando que la razón consistía en vender la'señorita blanca' a los niños negros
pensando que la razón consistía en aparecer con Gipsy Rose
o comprar yerba
y cantar du-wops en el parque después de fumarla
murió buscando LA razón
buscando una razón
y la razón moría buscándolo a él
y la razón moría buscándolo a él
y la razón moría buscándolo a él
él quiso una tv a colores
quiso un traje de seda
quiso que la razón se aparezca, como los Mets ganando las series mundial
el quería...el quería...el quería
queríar querer más
pero nunca dio
nunca dio
nunca le dio su amor a los niños
nunca le dio su corazón a los viejos
y nunca, jamás, dio el alma por su gente
el nunca dio el alma por su gente
porque estaba ocupado buscando una razón
ocupado
ocupado perfeccionando su voz para cantar el himno nacional como lo mandan los autores
ocupado perfeccionando su jerga para que sus debilidades pasen desapercibidas
ocupado perfeccionando su discurso de viva-la-policía

parte alta de la ciudad...centro de la ciudad...cruzando la ciudad

su cuerpo fue encontrado por toda la ciudad
buscando una razón
buscando LA razón
fue encontrado en conservados campos de los O.D.
encontrado en la calle Bowery con los D.D.T.'s
sus piernas fueron encontradas en vietnam
sus brazos en sing-sing
su cabellera fue encontrada en el cinturón de Nixon
su sangre pintó las calles de los ghettos
sus ojos aún buscan que jesús baje en una nube y arregle todo
cuando jesús murió en Attica
su cerebro cubrió todas las partes del pentágono
su voz aún grita Estrellas y barras por siempre
acribillado por las balas policiales que sus impuestos pagaron
murió buscando una razón
buscando LA razón
mientras la razón moría buscándolo a él

el murió ayer
está muriendo ahora
morirá mañana
muerto buscando una razón
buscando LA razón
y la razón estuvo frente a el
y la razón estuvo en su piel
y la razón estuvo en su discurso
y la razón estuvo en su sangre
pero el murió buscando LA razón
buscando una razón

el murió
sordo, mudo y ciego
el murió y nunca encontró su razón
porque, verás, el nunca
nunca
supo que él
era la razón