La gorda te da de comer, el canijo pasa en moto a escape libre, el gafas se casa, los hartibles del acordeón perpetran la banda sonora del Padrino con aires de tango, sucedáneos sin dignidad, nada que ver con los músicos de postín que suelen tocar en la calle Ancha por la voluntad. NI cielito lindo, ni leches. Los chavales de la Ruta Quetzal son confundidos de primeras con los boy scouts, en Los Italianos hablan cuatro idiomas: vainilla, fresa, limón y chocolate. Pasan unos angangos sin camiseta, en Cádiz no cabría la norma impuesta en Salou, mil duros por ir de aquella manera, trabajos forzados a la luna de la luna, un poquito más de educación y el humorista Manu que entra en el salón con varios amigos y se encienden todas las luces del personal, que pierde los papeles por el típico famoseo. Manu firma autógrafos. Le ríen las gracias. Un turista se recupera aún del costalazo. Traspiés en la catedral. Miraba fijamente el objetivo de la cámara y pasó lo que pasó. Se sacó la cresta.
Conviene escuchar a los turistas. "¿Cuántos años tiene?", preguntan a cada paso que dan. "¿Cómo vivían ustedes?" "¿Adónde vamos ahora?"
Agosto, Verano, Diario de Cádiz