A las 13:12 de hoy martes 30 de mayo, el cronómetro que funciona en el sitio web del Comité por la Libertad de Milagro Sala marcó los quinientos días que lleva presa la diputada electa del Parlasur y dirigente de la organización social Tupac Amaru. La detención por tiempo indeterminado que la justicia jujeña le impuso el 16 de enero de 2016 no se ajusta a Derecho, sostiene Naciones Unidas a través de la Opinión 31/2016 que su grupo de trabajo especializado en detenciones arbitrarias emitió en octubre pasado. Concuerdan organismos regionales como la OEA y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ONGs de sólida trayectoria como el Centro de Estudios Legales y Sociales, Amnistía International, Human Rights Watch. Hasta el Departamento de Estado de USA criticó este “arresto“.
Mientras tanto, en nuestro país, una porción de compatriotas repite argumentos parecidos a los que la senadora nacional por Jujuy Silvia Giacoppo enumeró en el artículo que Parlamentario.com publicó ayer y Juyuy al Día replicó hoy. Por ejemplo, que Milagro es una presa común y no política, que los delitos que se le imputan justifican la prisión preventiva por tiempo indeterminado, que los Poderes Ejecutivo y Judicial de la provincia norteña respetan a rajatabla la Constitución Nacional y los tratados internacionales firmados por nuestro Estado.
Estos mismos argentinos suelen decir que Jujuy es víctima de una campaña de difamación que sí es política, y que viola principios básicos de soberanía provincial e incluso nacional. La santa indignación que expresan jujeños de prosapia radical como la mencionada Giacoppo y la presidenta del Superior Tribunal provincial Clara de Langhe de Falcone evoca en algunas mentes cinéfilas el recuerdo de Mississippi en llamas de Alan Parker, concretamente algunos de los parlamentos que el guionista Chris Gerolmo imaginó en boca de los blancos sureños que rechazan la participación del FBI en la investigación de la desaparición de tres activistas de Derechos Humanos.
En una manifestación que nuestra medios hegemónicos tildarían de espontánea, el empresario y miembro del Ku Klux Klan, Clayton Townley, arenga a sus coprovincianos contra los agentes federales:
“¡Ellos! ¡Ellos odian Mississippi! Nos odian porque somos un ejemplo luminoso de segregación exitosa. Estos estudiantes del Norte, con sus jefes ateos y comunistas, irrumpieron en nuestra comunidad con la intención de destruirla… Estos agentes federales que ven por acá, que se meten en nuestras vidas, que violan nuestras libertades civiles se han dado cuenta de que ¡no podrán con nosotros mientras cada cristiano anglosajón se una para enfrentarlos!”.
Por si hiciera falta, vale aclarar que ni Giacoppo ni Langhe de Falcone ni los demás argentinos que apoyan el gobierno de Gerardo Morales se expresan en público con la franqueza de Townley. En cambio sí convocan a la unidad para resistir la presión que referentes nacionales e internacionales ejercen a favor de Sala y de los otros cinco referentes de la Tupac que también fueron encarcelados ilegítimanente: Gladys Díaz, Mirta Aizama, Mirta Rosa Guerrero, Graciela López, Alberto Cardozo.
La retórica de los argentinos convencidos de que la situación penal de Milagro es exclusiva responsabilidad del irreprochable gobierno jujeño evoca, por otra parte, el recuerdo de la respuesta que el Estado sudafricano repitió durante décadas, cada vez que la comunidad internacional le exigía terminar con el Apartheid y liberar a Nelson Mandela: “Éste es un asunto de política interna y por lo tanto se encuentra fuera de la órbita de Naciones Unidas”, sintetiza este sitio web especializado en la Historia del país que Jacob Zuma preside actualmente.