Milagros Pérez Oliva: "en periodismo, la verdad no puede ser el promedio entre las diferentes versiones"

Publicado el 26 febrero 2012 por Noblejas

Se despide Milagros Pérez Oliva como defensora del lector en El País con un largo artículo (Adiós, y mucha suerte) que está teniendo eco y resonacia en Twitter entre colegas profesionales y público más o menos general.

Lo hace con entera sinceridad al hablar de su independencia respecto de la redacción en la que trabaja. Pero lo hace con un quejido de soledad ("Con la misma sinceridad les diré qué ha sido para mí lo más difícil de conllevar. La soledad.") que parece implicar un aviso para quienes -además de tratar de ser personalmente sinceros- deseen proponerse la tarea de buscar juntos la verdad. Que no es lo mismo.

Milagros Pérez Oliva define bien la verdad por la via negativa, desde el principio de su despedida como defensora del lector ("En periodismo, la verdad no puede ser el promedio entre las diferentes versiones. Los periodistas hemos sido negligentes en la defensa de la verdad factual"):

(...) Una visión cínica del periodismo sostiene que la verdad no existe. Que puede haber tantas verdades como interpretaciones de la realidad. Este planteamiento es una gran trampa. Creo que los periodistas hemos sido negligentes al descuidar la defensa de la verdad. Porque la verdad, en periodismo, existe. Al menos existe la verdad de los hechos, la verdad factual. (...)

Y no es éste el momento de recriminaciones, y menos para Milagros, pero hoy mismo -en las mismas páginas de su periódico- se dicen unas cuantas cosas que atentan a no pocas verdades factuales, en un sólo artículo editorial: el que cínicamente pretende sermonear -en plan rancio- acerca de que "Dios se pierde en Oxford"...

Es una vieja y demodée línea del periódico a la que el defensor del lector probablemente no tiene acceso. También compatible con las autolesiones que El Roto no deja de producir al periódico que le publica, como ésta del otro día:

Muchas gracias, Milagros, por mantener los principios en esa difícil tarea de defender al lector de El País, aunque otros sigan haciendo de las suyas en esas mismas páginas. Muchas gracias por este sincero, añorante y solitario canto a la verdad periodística.