"No quiero decir que mi mente estuviera perfectamente lúcida. Era consciente de todo, pero todo quedaba algo deformado, como en un sueño. De vez en cuando el sueño se convertía en pesadilla. Sólo que, en la vida, una pesadilla termina rápidamente, te pones a gritar y te despiertas, pero yo no podía gritar. Y eso fue lo más terrible: no poder gritar. Ser incapaz de gritar en medio de una pesadilla"
MILAN KUNDERADe su libro La Identidad