Miles Davis: Live Evil (Columbia / Legacy, 1971)

Por Tomajazz
El cambio de década de los sesenta hacia la de los setenta es una etapa especialmente interesante en la carrera del trompetista Miles Davis, un músico que puso patas arriba el Mundo del jazz una y otra vez a lo largo de su carrera. En esos momentos el jazz hacía ya varias décadas que había dejado de ser la música popular por antonomasia. En concreto, y aunque el alejamiento del gran público ya venía de antes, la década de los 60 fue una etapa complicada merced a la irrupción del free jazz. Los planteamientos de ese género para unos, que eran carencia para otros, terminaron por descolocar a una parte muy importante de los aficionados. Si bien Miles no llegó a sumergirse en esta corriente, su Segundo Gran Quinteto con Herbie Hancock, Wayne Shorter, Ron Carter y Tony Williams creó una música cercana a esa corriente. De un modo casi natural en cuanto a la libertad otorgada a los músicos, a finales de los sesenta se produjo su inmersión en la fusión del jazz y el rock. El resultado fueron unas obras que le permitieron acercarse a un púbico nuevo, terminar de enfadar a parte de los aficionados al jazz y lograr incluso un repudio que continuaría hasta el final de su carrera, conseguir grandes ventas, y actuar frente a nuevas audiencias. Uno de los grandes méritos en este cambio de orientación fue que logró hacerlo creando un puñado de obras maestras, rompiendo en apariencia con lo anterior, aunque en el fondo el cambio se realizó sin renunciar a lo que ya practicaba desde hacía casi una década. De ese modo en apenas cuatro años publicó otras tantas obras imprescindibles: In a Silent Way en 1969, Bitches Brew en 1970, A Tribute to Jack Johnson en 1971 y On The Corner en 1972.
A la sombra de tal cantidad de obras maestras quedan ocultas otras como Live-Evil, LP (y CD) doble grabado a lo largo de 1970 y que Davis concibió inicialmente como una continuación de Bitches Brew. Editado como una obra de ingeniería sonora por Teo Macero, el productor habitual de Davis en Columbia, los temas más breves fueron grabados en estudio en febrero y junio, mientras que los más extensos lo fueron en directo en el Cellar Door de Washington en diciembre de ese mismo año. En el disco sorprenden y a su vez se complementan magníficamente las dos caras mostradas por el trompetista. Grabadas en estudio, “Nem Um Talvez”, “Little Church” y “Selim” mostraban unas magníficas melodías expuestas con una singular delicadeza, junto a la bluesera “Gemini / Double Image”, heredera directa de la música de Hendrix. Por su parte los temas grabados en directo (y construidos a partir de extractos de cinco temas diferentes), especialmente “What I Say”, “Sivad” y “Funky Tonk”, mostraban una fiereza inusual que no era nada más que un fiel reflejo de la potencia del directo del trompetista. Allí estaban algunos músicos fundamentales en esa década y las siguientes como el incisivo guitarrista John McLaughlin, Jack DeJohnette (baterista con un beat implacable), Keith Jarrett (al piano eléctrico y órgano) o Airto Moreira, junto a otros como el saxofonista Gary Bartz y el potente bajista Michael Henderson. Al contrario que las de estudio, las recomposiciones en directo se extendían por encima de los quince minutos con lo que permitían apreciar la capacidad del grupo de reinventar esos temas aportando elementos propios de las jam, el rock, el funk o incluso de la fusion, y que a su vez servían para anticipar lo que el jazz traería a continuación.
© Pachi Tapiz, 2011
Reseña publicada el en número 24 de la revista Ritmos del Mundo en la sección "La vereda de los ritmos".