Millonarios gracias a sus fans

Por Mila Ciudad Interiorista @ellagardecoracion
En este blog ya he hablado de la extraña afición que tiene la sociedad de querer imitar todo lo que vemos en nuestras pantallas; por ejemplo, antes de que salieran, hace unos 3 años, los concursos culinarios en nuestras televisiones, muy poca gente, comparado con el nº actual, quería ser cocinero. Ahora se están poniendo muy de moda los concursos de talentos, a mi me parece correcto que estas personas capaces de bailar, cantar o hacer reír muestren todo su talento y reciban remuneraciones por ello, pero, ¿Por qué se discrimina al otro talento? Al talento del saber y del aprender ¿Qué pasa? ¿Por qué, este talento no vende tanto? ¿Por qué está tan desprestigado?
Veamos un ejemplo: Marie Curie, acumuló un sinfín de éxitos llevando una vida muy humilde. Fue la primera mujer en toda la historia en dar clase en la Universidad de París, fue la segunda mujer en licenciarse y la única persona que ha ganado dos Premios Nobel en 2 campos distintos. Gracias a ella tenemos hoy en día el Polonio y el Radio. Y a pesar de todo esto, necesitó la ayuda de un millonario y un periodista para poder seguir con sus investigaciones en EEUU.
Sin embargo, tenemos a Calvin Harris y a Taylor Swift, que no tienen estudios universitarios,  y ganan la friolera de 130 Millones de Euros, ¿No os parece que el mundo está muy descompensado? Me duelen los ojos solo de verlo.
Introduciéndonos en el mundo de la música, no todos los cantantes de verdad cantan tan bien como nos imaginamos. Gracias a la gran tecnología que lanzan algunos investigadores e informáticos anónimos, estos "pseudocantantes", son capaces de grabar discos y llenarse los bolsillos de billetes. Detrás de todos estos fenómenos juveniles, se esconde el "fenómeno fan" y multitud de empresas expertas en mover las masas de ovejas a su antojo.
La palabra "fan", que proviene del inglés "fanatic", en su acepción latina «fanaticus», significaba «un servidor del templo, un devoto». El término ha ido evolucionando y adaptándose. Mariana Galdós, directora y psicóloga de la Consulta Psicológica Madrid, apunta que «cada época fabrica sus propios ídolos, los cuales suscitan una gran admiración popular y se construyen modelos de los valores dominantes de un tiempo».

De hecho este fenómeno puede llegar a tener una explicación científica:
La excitación que provocan los logros de los admirados hace que el cerebro libere grandes dosis de dopamina, la molécula portadora de la sensación de placer». Estas neuronas espejo son la causa de que muchas marcas utilicen a estrellas de todos los ámbitos (músicos, futbolistas, presentadores…) y desembolsen grandes cantidades de dinero, para que la marca quede relacionada con estos ídolos que, en última instancia, deseamos ser.



La sociedad debe asumir el papel de transformarnos en personas más cultas y con mejores valores.  Si gastáramos nuestras fuerzas en apoyar a científicos e investigadores nos iría a todos mucho mejor.
     HASTA LA PRÓXIMA

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