Mineros chilenos: ya están aquí, ¿ahora quién los rescatará? (I)

Ha sido el acontecimiento más seguido en las últimas semanas, concentrando el foco mediático mundial en Copiapo, una región del norte de Chile.

El otrora pequeño campamento minero de San José, se había convertido en un pueblo, inundado por los más de 2000 periodistas acreditados, ávidos de exclusivas y dispuestos a comprar los detalles más morbosos del sufrimiento de los mineros y sus familias.

En el campamento “Esperanza”, tras ser izados en el “Fenix” (nombres nada rimbombantes, en la mejor línea de otros como “libertad duradera”, bueno, en este caso las comparaciones son odiosas y mucho) había personajes  prestos y dispuestos a hacerse la foto, a abrazarlos, a recibirlos con un: “bienvenidos a la vida”, autoproclamándose como los rescatadores de estos trabajadores, reconvertidos a estrellas mediáticas, de las entrañas de la tierra.

Piñera siempre había querido ser minero, desde pequeñito

Sebastian Piñera, actual presidente de Chile, representante de la centro-derecha, es un hombre que hizo fortuna con la infame dictadura vendepatrias pinochetista, gracias a sus contactos familiares. Su hermano, JOSE PIÑEIRA ECHENIQUE, ministro de trabajo de los golpistas, un hombre que sostenía que, la previsión social le interesaba, pero por encima de todo, primaría el “boicot al sindicalismo” y “dar al país una legislación sindical compatible con la economía de mercado”. Pues bien, este multimillonario (según la revista Forbes su fortuna asciende a 2.200 millones de dólares), omnipresente desde el desastre en los medios, en su reconversión a sindicalista circunstancial de nuevo cuño, pretende (y lo conseguirá según rezan las encuentas) sacar réditos políticos de una tragedia de la que era y es cómplice.

Pinera triunfante

Es curioso que esas mismas personas que están cerrando ahora las minas por falta de medidas de seguridad (se han cerrado ya 11 desde el derrumbe), antes, se instalasen en la pasividad ante la falta de las mismas (hubo tres accidentes en los meses anteriores al derrumbe). Pero no, “show must go on” y a pesar de que la mina se cerró por un tiempo, el todo por la pasta sobre todas las cosas, una vez más y van… No fuera que se nos escaparan estos grandes inversores que emplean a nuestra gente por cuatro duros y en condiciones deplorables.

Este video lo encontré colgado de un blog de El País, llamado “Aguas Internacionales”, me pareció muy ilustrativo.