Mini novela: Nicolás (capitulo 1)

Publicado el 09 mayo 2019 por Carlosgu82

Era mi primer día en la universidad, elegí la licenciatura en sociología. Estaba por empezar una nueva etapa en mi vida.

Llegué con tiempo, así que decidí dar un recorrido a la escuela antes de entrar a la primera clase; mientras caminaba por los pasillos, vi un grupo de chicos afuera de un salón, no le dí importancia, creí que eran de algún grado más grande, pero al pasar junto a ellos, alcance a escuchar un comentario sobre mí. Yo no soy de quedarme callada, siempre digo lo que pienso, así que me di media vuelta y les dije un tanto molesta:

— Veo que los grandes la pasan bien, supongo que son el típico grupo de machos que solo asisten a la universidad para ver un par de piernas.

La expresión de sus caras estaba como para ser inmortalizada en fotografía.

Uno de ellos, con su actitud arrogante y un poco atractiva me contestó:

— Somos de primero, cariño, y venimos a lo mismo que tú, que es estudiar, pero si vemos alguien que nos parezca atractiva, simplemente lo decimos.

Se me enrojecieron tanto las mejillas, que sentía un calor que me consumía entera.

— Soy Nicolás. — me dijo mientras me tendía la mano.

No se la estreché, me sentí tan indignada.

— No me llames cariño, mi nombre es Valentina.

— Pues, encantado de conocerte, espero verte seguido, estoy seguro que así será, la escuela no es muy grande.
Pero que atrevido, es un patán, pensé. Jamás podría hacer amistad con alguien tan arrogante como él, por muy apuesto que sea.
Le volteé los ojos, me fuí de ahí, y seguí mi camino. Ese “Narciso” me había quitado tiempo, así que ya no pude ir a la biblioteca. Ya era la hora de clase, mi salón estaba en el segundo piso del primer edificio, subí las escaleras, y al entrar, él estaba ahí, no pude evitar hacer una mueca. No concibo la idea de soportarlo durante ese semestre.
— ¡Valentina! que agradable estar juntos en clase, ¿no crees? — dijo Nicolás sorprendido en cuanto me vió.
— Eres nefasto. No creas que por estar en la misma clase te dirigiré la palabra.
— Te apuesto a que terminarás enamorándote de mí.
— ¿¡Qué!?, ¡Estás loco!, Jamás me enamoraría de alguien tan arrogante y narcisista.
— Gracias por el cumplido, guapa.
Creo que eso de voltearle los ojos se hará un gesto habitual.
Chica gris.