Mini reflexión - Autoboicot leyendo

Publicado el 28 agosto 2021 por Alaluzdelasvelas

Autoboicot leyendo

¡Hola, hola, hola!

Hoy os traigo una entrada un poquito diferente. Algo así como una mini reflexión sobre una tontería que me ha estado rondando por la cabeza estos días. ¿Qué, vamos a ello? ¡Dentro entrada!

Justo hoy estaba hablando con una amiga del tema. No era ninguna charla “trascendental”, no en sí misma, al menos; pero tengo que reconocer que ha hecho que me quede pensando en la maldita manía que tenemos de extrapolar el síndrome de la impostora, el síndrome del impostor, a todos los ámbitos de nuestra vida.

¿Nunca os ha pasado? Me refiero a saber qué queréis leer y por qué, pero terminar eligiendo un libro totalmente diferente porque “no es el momento” o “no lo voy a disfrutar tanto” o “todavía no sé si quiero leerlo en este formato o versión” (entiéndase la duda de leerlo o no en idioma original, de esperar a una traducción, una edición concreta y todos los “de relleno” que se os ocurran para cubrir lo que no deja de ser un etcétera casi eterno).

A mí sí. Continuamente.

Cuando empecé el año, me dije a mí misma lo típico: que sólo leería lo que de verdad me apeteciera, que no me obligaría a acabar libros… y blablablá. Justo eso: blablablá. Es gracioso, porque si lo pienso ahora, sentada en el sofá de mi casa escribiendo una de las entradas más absurdas del mundo; me doy cuenta de que es estúpido. No es una cuestión de “retrasar el placer” de leer un buen libro, es el miedo a sufrirlo.

¿Cuánto os implicáis leyendo? ¿Cuánto dejáis que os rompa una historia? ¿Cuánto tiempo queréis dedicar a leer cada día? Yo no me conformo con diez minutos. Creía que sí, pero cada vez me cuesta más rellenar los diez minutos de la parada del autobús con una novela. Cada vez más leer medio capítulo, o sólo unas páginas, “antes de salir de casa”.

Lo gracioso del tema es que, cuando una novela no te gusta, no sientes nada. O, por lo menos, yo no siento una mierda. Cuando algo no me gusta, leo con tanta apatía que termino pensando en las cosas que “debería estar haciendo” en lugar de leer. En los libros que, maldita la gracia, sí estaría disfrutando. Y cuando llego a ese punto siempre me digo a mí misma: “hey, se acabó, cuando acabe esto…”. Error. “Cuando acabe esto” es tan estúpido como “un libro de mierda más antes de uno guay”. Seamos realistas: sabemos lo que nos gusta. Sabemos qué libros tienen todos los putos números para ser un novelón – a no ser que el libro pinche, pero eso ya va a parte.

A este tipo de reflexiones estúpidas las suelo llamar reflexiones porreras – no, nunca me he fumado un porro, por si alguien se ha quedado con la curiosidad –; y lo hago porque, joder, ¿no es ridículo? Es la típica reflexión idiota que haces antes de terminar pasando a pie por el parking de un maldito McDonald’s de vuelta a casa – al menos mientras el mundo fue mundo – un viernes cualquiera a las seis de la mañana. Es la reflexión estúpida que, pese a todo, engloba algo muy básico: si venimos a disfrutar de la lectura… ¿por qué demonios nos boicoteamos? ¿Por qué no abandonamos libros? Joder, deberíamos abandonar cada maldita historia que no nos llena.

Quiero que me contéis si os pasa o si, por el contrario, siempre tenéis claro lo que queréis leer. Yo sí sé lo que quiero leer, pero siempre encuentro excusas. Por ejemplo, hace poco estaba enganchadísima a La cadena de oro y, justo porque lo estaba disfrutando tanto, decidí leer en medio Amor en verso – no me gustó una mierda –. Mi pregunta, casi que a mí misma, es: ¿por qué? Por qué. Sólo eso.

Espero que esta entrada os haya parecido mínimamente interesante, ni que sea para dejar alguna filosofación – tomad palabra inventada – porrerilla en los comentarios.