Mini Review…por César del Campo de Acuña
Ya les he contado que mi adolescencia se puede resumir con la palabra flipado. Nu metal, rap, wrestling, baloncesto, videojuegos poco sesudos y películas cafres eran la dieta que alimentaba mi impresionable cerebro. Sorprendentemente, y a pesar de mis hábitos de consumo lúdico por aquel entonces, cuando en 2001 se estrenó A todo gas (5 de octubre del citado año) no pase por salas como si hicieron los 1.075.471 españoles que si la vieron en pantalla grande. ¿Motivos? Amor y estudios. Por aquel entonces estaba enfrascado en saber que iba a hacer con mi vida después de haber aprobado la selectividad en septiembre y en llamar cada día a la chica que salía por aquel entonces conmigo y que ya estaba en Madrid estudiando. El caso es que una tarde, estando en el centro comercial que antiguamente albergaba los multicines de mi localidad, me topé con uno de mis amigos de aquel entonces (un tipo que se ha terminado convirtiendo en un señor que presume mucho de las importantes responsabilidades que tiene en su empresa y eso que antes alucinaba con Kid Rock) y me dijo que había visto dos veces seguidas la peliculita de marras por lo mucho que le había gustado.
Me quede con la cantinela. Paso el tiempo y ya asentado, como estudiante, en la ciudad que me vio nacer alquile la cinta dirigida por Rob Cohen (xXx, Dragón, la vida de Bruce Lee…entre otras) en un Blockbuster. Como tenia turno de tarde la vi a media mañana (así me fue luego en la facultad) y flipe. Flipe mucho. Flipe tanto que me compre una revista de tunning sin haber tenido alguna vez en mi vida el más mínimo intereses por el mundo del motor y la automoción. Me gustó tanto que empecé a decir en voz alta una frase demasiado vergonzosa como para volver a ser reproducida. Pasemos volando por el intervalo de tiempo que me vio fracasar en los estudios y en el amor hasta 2003, año en el que se estrenó 2 Fast 2 Furious – A todo gas 2. Esta si la vi en el cine y en aquel momento me gusto incluso más que la primera a pesar de que el cambio de Vin Diesel por Tyrese Gibson no me convencía y eso que este último salía en el autoexploitation de John Singleton, Baby Boy (2001), una película que, por aquel entonces me gustaba mucho.
El caso es que la segunda entrega de esta franquicia fue la última que vi en cines hasta que se estrenó la quinta parte en 2011 y aunque esa me pareció un increíble film de acción, la sexta me la volví a perder en salas pero si pague entrada por la séptima. Bien… y escrito todo esto ¿a que venía todo este rollo exorcizante? pues venia y viene a dar entender que, aunque disfruto de las cintas que componen esta franquicia no son un gran seguidor de la misma por lo que no esperaba esta Fast & Furious 8 (o The Fate of the Furious en su versión original) con expectación o ganas pero la he visto. ¿Y qué me ha parecido? Pues otra entretenida película cargada de memorables escenas de acción que el tráiler se ha encargado de estropear ya que las muestra todas. En esta ocasión el grupo de macarras reconvertidos en agentes secretos se las tendrán que ver con alguien al que jamás habrían pensado que se enfrentarían, el propio Dominic Toretto (Vin Diesel). No es necesario contar nada más de la trama; el protagonista, el eje, el centro, el cabeza de la familia contra el resto bailando sobre una historia de ciberterrorismo, agencias secretas, espías, coches rápidos, tiros y explosiones.
Completan el reparto el resto de habituales en la franquicia; Michelle Rodriguez, Ludacris y el citado Tyrese Gibson junto a un grupo de actores que se pueden considerar ya parte de la familia FF como son Elsa Pataky, Dwayne Johnson, Jason Statham y Kurt Russell. Esta octava entrega es la segunda más larga (por un minuto, siendo la séptima la de mayor duración con 2 horas y 17 minutos) de una franquicia que, si bien es cierto no muestra signos de fatiga en las salas, si lo exhibe en las ideas. Y no, no me entiendan mal.; es entretenida pero no es especialmente agradecida de ver. Hay momentos en los que se hace desafortunadamente lenta ya que la mayor parte de las escenas en las que no hay explosiones, persecuciones, peleas y demás, son tan mortalmente aburridas como ver una competición de tractores arrastrando piedras por un secarral a 10 kilómetros por hora y eso es culpa de su director (F. Gary Gray, el cineasta responsable de la recomendable Straight Outta Compton) y del guionista Chris Morgan, que lleva detrás de la historia desde la tercera entrega. Por otro lado me molesto lo aguada que esta la violencia. Los tiros son limpios y la mayor parte de las muertes ocurren fuera de cámara. Evidentemente se trata de un mecanismo para ampliar el público de cara a la calificación pero le quita mucho mordiente al resultado final.
Por otro lado y debido a la continua imposición de sorprender más y más al espectador el uso de CGI resulta cada vez más habitual y evidente. En algunas de las escenas grabadas y/o ambientadas en Nueva York los gráficos generados por ordenador cantan por bulerías y eso es algo imperdonable para un film que ha costado la nada desdeñable cantidad de 250 millones de dólares. Y, no, siento repetirme, no es que no me gustara la película; sencillamente me pareció predecible y descafeinada. Predecible porque un fatalmente montado tráiler destroza todas y cada una de las grandes escenas de acción de la cinta. Aguada porque la violencia esta solo un poco por encima de la que pudimos ver en la serie del Equipo A. Pero oigan, que sabré yo; Ha vuelto a barrer en taquilla y abra más entregas y es que el público objetivo de esta franquicia se siente como en casa entre Toretto y los suyos y mientras les sigan dando lo que les prometen van a seguir siendo fieles al credo que este grupo de antihéroes aficionados al tunning y reconvertido en súper agentes secretos llevan predicando desde 2001 cuando se estrenó, sin demasiado ruido, una peliculita que no dejaba de ser un remake de Le llaman Bodhi (1991) actualizado.
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