Minicurso Rioja-Ribera

Por Smiorgan

Delante, Rioja; detrás, Ribera

El pasado viernes tuvo lugar en Bodega Selección de Alicante un minicurso en el que se dio una idea general sobre la localización geográfica, características climáticas y de suelo, variedades, métodos de elaboración y regulación de las dos principales DO españolas: Rioja y Ribera del Duero.
Si, es un tema recurrente y quizá algo anticuado a estas alturas, además de ser algo así como el examen básico de conocimientos vinícolas, pero siempre me resulta interesante asistir a este tipo de eventos, compartir experiencias, y sobre todo, aprender de quienes saben bastante más que yo.
Ya que la cosa iba de distinguir Riojas y Riberas, los organizadores tiraron por lo clásico, y catamos 6 vinos, 3 de cada DO, que intentaban reflejar lo más posible lo que es cada una de estas DO.
Para empezar, lo más joven de cada denominación. De Rioja catamos el Erre Punto 2011 (DOCa Rioja, tinto maceración carbónica, 90% Tempranillo, 5% Garnacha y 5% Viura y Malvasía; Remírez de Ganuza), que viste un bonito color picota oscuro, bien cubierto, con ribetes violáceos. A copa parada se apreciaba un toque vegetal, apareciendo después el plátano, la fruta dulce y suaves notas lácticas. En boca es fresco, algo áspero y de acidez marcada. Me han gustado más otras añadas (casualmente, en 2011 no se presentó este vino al concurso de los mejores MC). La contrapartida ribereña vino de la mano de un vino que no es equivalente, pero que si pretendía mostrarnos como es un ribera joven. Raíz de Guzmán Roble 2010 (DO Ribera del Duero, tinto con 6 meses de barrica 100% Tinto fino, Páramo de Guzmán) tiene un color picota intenso, bien cubierto, algo más apagado que el anterior vino, con ribete violáceo menos brillante. A copa parada la nariz está muy marcada por la madera, apareciendo vainillas, especiado, notas ahumadas y regaliz. En boca tiene un cuerpo medio, buena acidez, tanino marcado y cierta potencia. No me entusiasmó demasiado.
Pasamos a la categoría de “crianza”, mención que pueden llevar aquellos vinos tintos con un período de crianza en barrica de roble y botella de un mínimo de dos años, de los cuales un año debe ser en barrica de roble. La Rioja estuvo representada por Marqués de Legarda Crianza 2008 (DOCa Rioja, tinto con crianza, 93% Tempranillo, 2% Graciano, 5% Mazuelo; Bodegas de la Real Divisa), vino de color picota granatoso, con ribete granate donde asoma ya el marrón; nariz con fruta negra madura, algo de vainilla, especiado y alguna nota química; el paso por boca, suave, buena acidez, tanino sedoso, final frutal de duración media; un clásico. De la región del Duero vino Señorío de los Baldíos Crianza 2009 (DO Ribera del Duero, tinto con crianza 100% Tinta del país, Bodegas García de Aranda), mostrando un color picota intenso, con ribete violáceo-granatoso algo apagado; en nariz se mostró muy cerrado, necesitando tiempo y aire para dar paso a un vino con notas animales (cuero), algo químico, regaliz, licoroso y con dejes dulzones; en boca es un vino de buen cuerpo, sabroso, con un tanino aún bien presente, pero de calidad; un vino un tanto maderoso, pero rico.
Pasamos a los “reservas”, aquellos vinos tintos cuyo período de crianza en barrica de roble y botella tiene que ser de un mínimo de treinta y seis meses, con un tiempo mínimo de permanecía en barrica de roble de doce meses. De la Rioja pudimos disfrutar de un clásico que nunca pasa de moda, que nunca defrauda, como es Marqués de Murrieta Reserva 2006 (DOCa Riioja, tinto reserva, 88% Tempranillo, 7% Mazuelo, 3% garnacha Tinta, 2% Graciano; Marqués de Murrieta). Como corresponde, color granatoso donde ya se marca el teja en el borde. Nariz licorosa y elegante, dominada por la crianza, con notas dulzonas de madera, cueros, algo de cacao y fruta negra. En boca, fresco, suave, de buena acidez, tanino sedoso y elegante y final muy agradable. Un gran vino, muy rico. El reserva de la ribera fue un vino ya bastante entrado en años, Araviñas Reserva 1999 (DO Ribera del Duero, tinto reserva 100% Tinto Fino, Bodegas El Molar). De color atejado con ciertas turbideces, daba en nariz mucho tufo de reducción, que hizo que tuviésemos que darle tiempo en las copas para que aparecieran notas de fruta negra muy madura macerada en licor, madera y grafito. En boca, aún cierta acidez, muy suave y sedoso, manteniendo algo de carácter frutal. Sorprendentemente agradable, con ese misterio de los vinos madurotes.
En resumen, una agradable velada, donde comprobamos ciertas diferencias entre clásicos de la Rioja y la Ribera, disfrutamos de buenos vinos, y donde la charla final fue casi lo más interesante, con los temas pasando de los 100 Parker a Remírez de Ganuza, el precio/valor de los vinos, y la necesidad de que la reglamentación española de las DO sea urgentemente revisada y modernizada.