Lilah, la tercera de las hermanas, me ha sorprendido… aunque no para bien. No pude evitarlo, desde las pocas páginas de leer me dejó muy desconcertada su actitud.
No, verás, es que yo pienso que tengo todo el derecho de coquetear con quien quiera, y sí, en los libros anteriores tenía un novio diferente cada vez que salía a escena, pero, ay, pobre de mí, me pone muy triste que todo el mundo piense que soy una mujer fácil, una calientabraguetas y una bonita envoltura sin nada dentro. ¡Si yo en el fondo soy muy insegura y busco el amor verdadero!Mira, que no. Que me parece muy random todo.Pero parece que estos protagonistas, tanto Lilah como Max, pecan de doble personalidad, de esquizofrenia, o de cualquier dolencia similar, porque, niños y niñas, tampoco el chico se salva. Aunque nos lo presentan como un profesor muy estudioso, nada deportista y con una brújula moral muy recta, resulta que tiene un cuerpazo de músculos definidos (de los que solo se consiguen con deporte) y, aunque la mayor parte del tiempo es tímido y dulce, de la nada saca esa clase de genio machista tan propio de las novelas románticas, por no hablar de esos puntazos de seguridad seductora que no pegan ni con cola.La verdad es que son personajes que me han gustado mucho… salvo en esos momentos de “soy bipolar”. Max me resultó encantador y muy fresco… salvo cuando suelta gilipolleces. Y Lilah es maja, muy esotérica y graciosa… excepto cuando se pone con esa doble moral tan absurda.Bueno, yo quería darle un 3 a este libro, pero haciendo un repaso, creo que no va a poder ser.2. No Vale Mucho