Estaba el otro día viendo lo más visto de Netflix y apareció en las primeras posiciones la miniserie High Score, el mundo de los videojuegos... Un título demasiado pretencioso por su parte, sobre todo después de ver la serie y comprobar sus lagunas. ¿Quizás es que soy muy duro? No lo creo, sin ir más lejos la opinión de David el de las anchas espaldas que lleva RetroManiac no es tan generosa como la mía.
Lo primero en lo que caes cuando vas avanzando en la serie es que lo plantea como un avance histórico de su evolución. Ese es su gran error, puesto que se atreve a pasar por alto la creación del considerado primer videojuego de la historia, aquel Tennis for Two de Willian Higginbothan de 1958, posteriormente solo dedican unos breves instantes en el último episodio al Space war 1962, otro de los juegos que compiten por el honor de ser uno de los primeros en la historia. Además lo extraño de obviar la interesante historia de Ralph Baer, reconocido por muchos como el padre de los videojuegos con su video consola Magnavox Odyssey basada en un antiguo prototipo del mismo llamado Brown Box, que tuvo sus más y menos con Atari por derechos de copyright a causa del Pong.
Vamos que no quiero ir de listillo con cosas que ya están muy bien documentadas en Wikipedia o libros como Replay, la historia de los videojuegos donde de un ligero brochazo puedes ver las pinceladas del verdadero origen de los videojuegos. Que no nacieron con el Pong de Atari ni el Space Invader lanzado por Taito, en definitiva.
Otra de sus lagunas informativas que me ha dolido mucho es que no se hable de los micros de 8 bit, grandes protagonistas de la revolución de los videojuegos. Nada de Amstrad ni C64 (curiosamente, uno de los grandes protagonistas norteamericanos). Tampoco el MSX, ¿y qué decir del masivo Spectrum? Nada de nada; se los han merendando. Kong los aplastó y Mario se los comió. Y esto es un flaco favor para una serie que supuestamente quiere contar la historia de los videojuegos, pues no son plataformas sin importancia, ni mucho menos.
Más cosillas que he echado en falta, son las primeras aventuras texto, que solo se comentan de pasada para dar pie a la historia de Sierra con los Williams y su primer juego con gráficos, Mistery House. Pero pasando de largo la densa e importante aportación de las aventuras gráficas. Sí, sé lo qué estáis pensando ¿Lucas Arts?, ¿dónde estás Lucas Arts? Debió desaparecer en la casa misteriosa que diseñó Roberta Williams. Posteriormente a esto da un gran salto y se centra en su propia historia sobre la evolución de los RPG, con la serie Ultima al frente del peso narrativo del capítulo. Algo para lo que tampoco llega mi entendimiento.
Luego en otra parte de los episodios se centran en la guerra Sega-Nintendo, presidiendo el capítulo la lucha encarnizada entre sus mascotas, Mario y Sonic, y como Sega a través de un marketing voraz consiguió por un breve período superar a la todopoderosa Nintendo... ¿Pero nada de la PlayStation? Incomprensible.
Pasamos posteriormente a los juegos de lucha, con dos de sus grandes iconos: Street Fighter y Mortal Kombat, explicando la revolución que supuso en los salones recreativos su modo competitivo a dos jugadores, la incorporación de personajes femeninos y la polémica sobre la violencia que suscitó Mortal Kombat y Night Trap, llegando incluso al congreso de los Estados Unidos, con la conclusión posterior al que llegó este grupo de "expertos" calificando a los videojuegos como demonizadores de la juventud. A consecuencia se aprobó el sistema de recomendación de edades para los vídeojuegos... Pero llegamos a otra laguna, no se puede hablar de violencia en los videojuegos sin mencionar el Death Race de 1976, el nacimiento de la polémica en los videojuegos y tampoco se puede hablar de Street Fighter sin comentar por lo menos alguno de sus padres, como Yie Ar Kung-Fu un arcade de Konami que permitía luchar en distintos escenarios, y en el cual cada enemigo contaba con sus peculiaridades de ataque. Fue este juego si no me he documentado mal, el que con uno de sus NPC Star, incorporó a la primera contrincante femenina. Otro golpe a la historia de los videojuegos hablando de juegos de lucha es no dar por lo menos un reconocimiento al arcade de lucha Virtual Fighter, el que pudo ser el primer juego de lucha en 3D multijugador de la historia.
Para finalizar, la serie nos enseña su versión de la evolución de los juegos 3D pasando por el diseño de Star Fox para la super Nintendo (muy interesante) al mítico Doom explicado por uno de sus autores más mediáticos, John Romero, que nos ameniza el capítulo de manera muy lograda... Pero como ya es costumbre, volvemos a tener un "pero", y es que mucho antes de que estos muchachotes de Nintendo o de id soñaran en conseguir los hitos que lograron, por el año 1993, en los años 80 ya existían propuestas para sumergirnos en los mundos 3D como Star Wars (1983) o Battlezone (1980). Está claro que no eran 3D puros, pero hay que reconocerles el valor de ser de los primeros en ir experimentando las sensaciones 3D en los videojuegos con sus gráficos vectoriales. ¿Y qué decir de todo lo que se trabajó en este sentido en los micros, sobre todo a partir del ST y el Amiga? De hecho, los propios chicos de Argonaut tienen en su haber un importante catálogo de juegos de este porte.
Como conclusión, la serie queda como una propuesta de gran calidad técnica, pero aplastada por su propia ambición; la de querer abarcar la historia de los videojuegos. Deja grandes páginas en blanco, dando lugar a que aficionados de los videojuegos de las distintas épocas en las que se centra el documental detecten sus fallos y omisiones. Ha quedado una serie a la que le faltan muchos capítulos más para abarcar, me supongo la gran mayoría de la historia. Esto al final se ha quedado como una historia a medida de la serie, poniendo y quitando lo que más les ha convenido. Es como si en una serie documental de las guerras se hubieran saltado la primera guerra mundial, por poner un ejemplo de cómo me he sentido en su visualización. La necesidad imperiosa de centrar el desarrollo de los videojuegos prácticamente en suelo norteamericano, tampoco juega a su favor.
Por otra parte, hay que reconocer que hay buenas entrevistas que merece la pena ver, por su tono divertido y desenfadado, llegando en algunas ocasiones a rascar el factor más humano como en el caso de Rebecca Heineman, primera campeona de una competición de videojuegos a nivel nacional en 1981, o la historia de la la Channel F, la primera consola con cartuchos intercambiables (no todas las fuentes coinciden en eso) en 1976 con su creador presentado como uno de esos héroes anónimos que cambiaron la historia y nunca fueron reconocidos Gerald A. "Jerry" Lawson, un ingeniero electrónico que diseñó la videoconsola Fairchild Channel y uno de los primeros afroamericanos del mundillo arcade. Richard Garriott (Ultima), o los mentados Williams (Sierra) y John Romero (Doom) entre otros, amenizan los capítulos con su visión de los videojuegos contando sus propias historias, lo cual siempre es de agradecer y muy enriquecedor para aquellos que sintamos más curiosidad.
Sobre la calidad técnica de la serie es innegable y tremendamente adictiva, con un tono divertido de principio a fin, que nos muestra a famosos desarrolladores en su faceta más humorística y en algunos casos (pocos) su lado más humano. Creo que, en cualquier caso, merece la pena verla, cómo vemos una buena película de Marvel, para disfrutar del espectáculo, nunca en ningún caso obtener rigor histórico por su parte. Creo que todos los que son de alguna manera aficionados a los videojuegos notarán las cojeras de la serie en sus respectivas épocas. A cada uno de nosotros nos dejará con sensaciones de vacío y algún sentimiento que otro de frustración.
Por: Óscar