El ministro Montoro se ha ofendido y ha entrado en controversia con Cáritas por expresar la "realidad" de la pobreza en España y ha desenvainado la espada contra el que constata una información y sin tacto y fuera de lugar ha lanzado su andanada contra los Voluntarios, la buena gente desprendida y entregada, tildándolos de "provocadores", porque han publicado su informe avalado por ese trabajo diario contra la escasez y el hambre desde las sedes parroquiales; no es posible negar la impagable labor social que lleva a cabo esta Organización Religiosa en favor de familias sin recursos y colectivos sociales marginales. Pero el sectarismo se desboca cabalgado en fatuo orgullo y no ve más que su egoísmo. Cáritas es el amparo que encuentran muchos para paliar sus necesidades más urgentes en estos días de dificultades. Ya la Conferencia Episcopal habrá replicado al ataque adverso e incongruente a la caritativa Cáritas Diocesana; es un mezquino exabrupto del ministro el poner en entredicho, cubierto de un manto de sospecha, la enorme función social que tapa muchas faltas del Estado y le ahorra grandes cantidades y esfuerzos. Criticar y caricaturizar a Cáritas es una bajeza lenguaraz, siendo una Organización, que en España funciona con éxito y ejemplaridad, desde la campaña del hambre en aquellos tristes años de la posguerra.
La perspicacia de Montoro le lleva a pensar que Cáritas es el "lobby de los pobres", que con oscuras intenciones busca proveer de alimentos al pobre, darle casa y alojamiento y construirle un futuro cierto; tal vez le asusten los comedores sociales adonde van los pobres de solemnidad, y, ahora, tras los recortes y ajustes, gentes sin trabajo, la aminorada clase media vergonzante y avergonzada de su hambre, superados los subsidios y habiendo sufrido quizás el desahucio y el corte del suministro de luz. Pero estos, los que andan entre poltronas y en los mandos del poder, que aún no se han reducido ni a la mitad sus opíparos sueldos y sueldetes y que, sin pudor, han publicado en el Boletín una subida del 27%, para ellos, cómo van a saber ni entender que hay gente durmiendo en la calle, que pasan hambre a diario y que un día los dejaron sin casa y sin abrigo.
Montoro no es él sólo, hay muchos más montoros instalados en los imnumerables cargos que pululan por las cuadruplicadas administraciones que no conocen la realidad ni huelen las mesas de los comedores sociales ni qué es vivir con mil euros sin una mínima subida en una década y, en silencio, por miedo a perderlos o verse en las esquinas con un cartoncito que pide una ayuda, porque lo dejaron en la calle sin nada. Vayan los montoros a esas esquinas a decir que los datos de Cáritas son falsos y que ya hay trabajo para ellos, los que están sin recursos.
C. Mudarra