Mintiendo al enemigo.

Publicado el 17 febrero 2011 por Francissco

Frecuencia coital sana.

Dos veces por semana , cosa sana  pero  -también y si no  hay remedio- una vez al mes bueno es. Y que si lo haces una al año nos ha jodido,  que no hace daño. Si la cosa sale a más de un “ataque” por día, por supuesto que quien cuenta esto tiene mucha, pero que mucha fantasía.

De toda este asunto, fascinante y húmedo,  nada se sabía décadas atrás, salvo por parte de las élites del fornicio, constituidas por algunos  -solo algunos-  miembros de la clases altas, artistas, poetas y esas bestias rurales del sexo que arrasaban con todo, en los silencios estruendosos del aislamiento rural de nuestras comarcas.

Pero la cultura todo lo quiere socializar, porque vivir en sociedad es compararse con otros. Y para comparar se pregunta. Hoy, estando convaleciente de un gripazo que arrastro ya media semana, van y me llaman al teléfono para encuestarme, tooma.

Era una mujer que aparentaba seriedad  y pretendía relacionar  -según me soltó después-  ideología con frecuencia de apareamiento, por encargo de la empresa Tontoscopia propiedad, creo, del Grupo Prisa (no, no se llama así la empresa, ya lo sabéis, pero me niego a llamarles de otra manera)

Bueno, me saltaré la presentación y ciertas preguntas generales sobre status social y a quién suelo votar. Bueno, esto último no me importa decirlo, pero como llevo alguna que otra convocatoria faltando a las urnas le dije que voté a Santa Asunción, patrona de la abstención.

-“¿Como? ¿perdón?” preguntó con cierta voz de alarma y fastidio.  “Naada, que me abstengo”. Esto parecía frustrarle y escucho ruido de hojas pasando. “¿Pero a quien votaría estas próximas elecciones de hacerlo?”.  Aquí es donde pensé de forma creativa y decidí crear un perfil forzado para reventarles el análisis.

“Votaría al PP, claro”.  “Al partido popular, entonces” repitió ella,  revelando notable sagacidad al interpretar las siglas. “¿Y es usted creyente?” añadió. Y me sorprendió que fuera esta la primera cosa que quisiera saber.

“Pues si, de misa diaria”, le digo. Y va y me creyó la tía, ja, ja. Toda una encuestadora  de campo incapaz de pillar la ironía de un tono de voz, dios, dios. “¿Y está casado por la iglesia o vive en pareja?”. Y yo: “sí”.  Y ella: “Perdón, sí ¿qué?”. Y yo, otra vez: “¿Qué, de qué?”. Literal y como lo cuento. La voz y el tono de marisabidilla estimulaban mi sadismo, sabedor de que ella estaba obligada a guardarme respeto.

“Que si es creyente como dice estará casado por la Iglesia. ¿O no?”. Y yo: “No”. Noté un suspiro al otro lado…“¿Está casado por lo civil, pues?”. Estuve a punto de contestarle “pués”, pero me contuve,  tan borde no soy.

“No, mire, nos casarán a varias parejas en la ceremonia episcopaliana española”. Tooma trola gorda. Mi voz nasal y la tos me impedían reirme y notaba como ella pasaba varias hojas, buscando algún posible guión que la apoyara. “Eeh, un momentito, Sr. Frankie…a ver..”. Y yo: “¿Un momenti-to para qué?”, así, con las vocales bien claritas, al estilo de las abuelas bordes.

“Noo, que es la primera vez que alguien se adscribe a esta religión entre todos los que encuestamos. Eso es un culto católico ¿no?” dijo con esperanza. Y yo pensé: “La leche que te dieron”. Si no fuera por el evidente tono de respeto y de automatismo profesional, casi diría que era ella la que se cachondeaba ahora.

“Noo, por favor, señorita que somos protestantes”. Presentí en ese momento una subida de color en su rostro, no sé porqué. “Aah, perdone. Es que verá, pretendemos averiguar los hábitos sexuales según creencias o ideología”. ..Yo no podía alucinar más, buuf.  No daba crédito a que me revelaran el objetivo de la encuesta con semejante candidez. “Y pensar que esto puede acabar en algún medio de comunicación, presentado con ínfulas científicas…” me dije.

“Mire -dije harto ya de ella- abogamos por no catar bocado hasta el matrimonio. Una vez consumado este nos dedicamos a repoblar la Tierra como dijo nuestro Señor, copulando como animales enloquecidos en una orgía de lujuria sin freno..”

Como es obvio, al decir esto colgué enseguida. Aún me pregunto porqué llegué tan lejos con esta chorrada y me sabe mal por esta persona, dándome vergüenza,  ay.

Quiero pensar que la fiebre y la frustración de tener gripe fueron los responsables. Y que esta encuestadora no era real, que fue producto de un delirio.  Que no me diga nadie que las estadísticas con las que nos desayunamos tienen como trasfondo la incultura absoluta de los que las hacen. Y perdóname, encuestadora anónima.

Saludines. Episcopalianos, jeje.