Esto lo escribió Ovejero en 'Revista de Libros' hace 20 años. Está bien recordarlo.
Mirada atrás, después de la derrotaUn mundo que ganar. Historia de la izquierda en Europa, 1850-2000
GEOFF ELEY. Crítica, Barcelona. 683 págs. 32,90 € En una larga entrevista en la que el historiador Eric Hobsbawm reflexiona con su característica limpieza mental acerca de asuntos bien diferentes, a la pregunta sobre su militancia política, contestaba: "El verdadero problema no es ambicionar un mundo mejor: es creer en la utopía de un mundo perfecto. Es cierto lo que han observado los pensadores liberales: una de las peores cosas no sólo del comunismo sino de todas las grandes causas, es que son tan grandes que justifican cualquier sacrificio, hasta el punto de imponérselo no sólo a sus defensores mismos, sino a todos los demás [...]. Y, sin embargo, a mí me parece que la humanidad no podría subsistir sin las grandes esperanzas, sin las pasiones absolutas. Aun cuando éstas sean derrotadas y se comprenda que las acciones de los hombres no pueden eliminar la infelicidad de los hombres. Hasta los grandes revolucionarios eran conscientes de que no podían influir en determinados aspectos de la vida humana, que no podían evitar, por ejemplo, que los hombres fuesen infelices por una razón de amor [...]. ¿Habría sido mejor un mundo en el que no hubiéramos resistido? No creo que exista ni una sola persona implicada en aquel combate que hoy diga que no valió la pena. Con la madurez de hoy, hay que aceptar que hicimos muchas cosas mal, pero, al mismo tiempo, es imposible dejar de reconocer que también hicimos muchas cosas bien [...]. El comunismo es parte de la tradición de la civilización moderna, que se remonta a la Ilustración, a la Revolución Francesa y a la norteamericana. No me puedo arrepentir de formar parte de ella" 1 . Geoff Eley, quien declara su admiración por la larga tradición de historiadores ingleses de inspiración marxista 2 y, muy especialmente, por Hobsbawm, ha escrito un importante libro que en cierto modo quiere mostrar la veracidad histórica de las opiniones anteriores. Más exactamente, y en las propias palabras de su autor, Un mundo que ganar es el relato histórico de cómo "los socialistas han sido fundamentalmente los autores de todo lo que apreciamos en la democracia, desde la búsqueda del sufragio democrático, la consecución de las libertades civiles y la aprobación de las primeras constituciones democráticas hasta los ideales más controvertidos de la justicia social, las definiciones ampliadas de la ciudadanía y el Estado del bienestar". La democracia, según Eley, nada debería a la burguesía, el individualismo, el liberalismo o el mercado: "que quede claro: la democracia no se da ni se concede. Requiere conflicto, a saber: desafíos valerosos a la autoridad, riesgos y temerarios actos ejemplares, testimonio ético, enfrentamientos violentos y crisis generales en las cuales se desmorone el orden sociopolítico dado. En Europa, la democracia no fue el resultado de la evolución natural ni de la prosperidad económica. Desde luego, no apareció como consecuencia inevitable del individualismo o del mercado. Avanzó porque masas de personas se organizaron colectivamente para exigirla".El libro, además de una investigación histórica de largo aliento, es también un diagnóstico acerca de la crisis de la izquierda. De la crisis y, en unas páginas, las finales, donde el optimismo de la voluntad acaso vence al realismo de la inteligencia, de la posibilidad de su renovación de la mano de los nuevos movimientos sociales. Diversas aristas que invitan a un abordaje por diversos frentes, no sólo el historiográfico. Pero antes bueno será precisar las coordenadas de la investigación de Eley, que constituyen otras tantas particularidades de Un mundo que ganar.