Pasear de noche por Sevilla te permite contemplar otra Sevilla, una ciudad que resurge de entre las sombras para ofrecer perfiles menos nítidos o rotundos, pero muy sugerentes y atractivos, de una difusa belleza casi espectral. Una vez apagadas las luces deslumbrantes de la Navidad, tan intensas como cegadoras, Sevilla brilla con la luz amarillenta de sus monumentos y farolas, una luz más cálida que convierte perspectivas y rincones en postales de un claroscuro encanto que atrae la mirada y emboba al paseante. Es la mirada nocturna que se derrama sobre Sevilla cuando el Sol se acuesta y la Luna recorre un cielo de estrellas para admirar desde lo alto una ciudad en penumbras, pero no dormida. (Fotografías del autor. Giralda y Torre de la Plata)