¿Miraremos para otro lado? (el extraño caso de los plagios del siglo XXI)

Por Siempreenmedio @Siempreblog

5 septiembre 2014 por JLeoncioG

Apaga y vámonos. Es la expresión que me rondaba ayer en la cabeza una y otra vez cuando a media tarde me llegó, como de rebote, un enlace en el que se comparaban unos artículos de opinión de un periódico local con unas cartas al director publicadas en el diario El País. Eran calcados. Apaga y vámonos para el carajo, volví a pensar. Nos salió un copión, un plagiador, un impostor… un “inexperto” como a sí mismo se ha querido llamar el propio insolente colaborador del periódico más antiguo de Canarias en un ejercicio de disculpa ramplón y absurdo a través de las redes sociales.

El director del medio también publicó la disculpa a los lectores. Pincha aquí para ver el comunicado. Es imposible saber si un columnista engaña y cómo lo hace. Es verdad, una verdad inmutable, pero, ¿está ahí solo el problema?

Resulta que el aprendiz de columnista es un “joven” al que la vida aún, por lo que parece, no le ha enseñado nada (a no copiar te enseñan en la escuela, creo). Y hay que empezar por ahí: para ejercer de “opinador” hay que tener opinión, haber leído mucho, haber discutido mucho, haber investigado mucho, ser especialista en algo, haber bebido de todas las fuentes, madurar esos conocimientos, contrastarlo con experiencias, matizarlo con autoridad, la que da el conocimiento y haber escrito mucho… (o al menos antes era así).

Pero los medios en la actualidad (espoleados por la crisis o por qué sé yo) han optado por lo fácil: por publicar fotos tomadas con móviles por gente que “pasaba por allí”, por sentar en sus mesas de debate a señoras y señores sacados debajo de no se sabe qué piedra, que gritan y alardean de tener… de tener… de conocer a… pero de poco más (y no tienen más que amistades porque criterio, conocimiento y juicio ya me dirán ustedes). Y con eso se han rellenado horas de emisión, y en los periódicos páginas y páginas de letras.

Y resulta que empezamos a ver que en muchas ocasiones, como en este caso, esas letras son todo mentira, que son ideas y argumentos de otras personas que han sido usurpadas y robadas por el sencillo motivo de que quien debía escribir “ya no tenía ideas” (y ni siquiera discurso).

En esta ocasión, y admito y agradezco las disculpas del medio -que no las del autor-, todo se ha hecho mal. Se ha seleccionado a alguien que-según él mismo asegura- no tiene experiencia alguna, al menos para este trabajo. Si se le pagaba por esos artículos, MAL, porque el periódico estaba pagando por algo robado. Si no se le pagaba, MAL, porque de esta manera no se puede asegurar un mínimo de rigor ni de responsabilidad.

Y ahora ¿qué? Ahora este muchacho  que se autoproclama futuro periodista ¿seguirá escribiendo en algún otro lado? ¿pondrá en su currículum “columnista plagiador en otros tiempos”? ¿se autocomplacerá con los Me Gusta -en su disculpa en Facebook- de compañeros de reconocido prestigio en los medios que perdonan y pasan la manita sobre el lomo del malherido cachorro? ¿dirá como el rey aquél “no volverá a ocurrir”? ¿se disculpará con los firmantes usurpados?

Y el periódico ¿revisará al resto de sus colaboradores? ¿les preguntará en una sala aparte si copian? ¿y si lo hacen de qué modo y de qué lugar? ¿pagará columnas de líderes de opinión que no son ni líderes ni tienen opinión? ¿seguirá publicando artículos “de gratis”?

Y los lectores ¿cómo encajarán esto los lectores? dirán acaso, ¿da igual porque como no era conocido no teníamos en cuenta sus opiniones? ¿desconfiarán -aún más- de lo que sale escrito en las páginas de los rotativos? (porque señores no olvidemos una cosa, este colaborador no estaba en plantilla, es verdad, pero un lector no tiene por qué saber esto y todo lo que sale en la prensa, prensa es, o lo que es lo mismo, hasta el rabo todo es toro).

Y los compañeros de los medios, los que están en activo y los que están en el paro ¿tendremos algo qué decir? ¿lo diremos?

¿O miraremos para otro lado?.