Los anticuarios. Pablo de Santis (Destino). Lo compré porque lo recomendaba Ricardo Senabre (El Cultural), que suele coincidir con mis gustos, pero esta novela no me agradó. No sé si por la temática (vampiros) o porque la empecé cuando aún no estaba de vacaciones, pero el caso es que no me atrapó y no puedo recomendarla.
La guerra del fin del mundo. Mario Vargas Llosa (Plaza & Janés). Es el único libro que tenía preprarado, para estar seguro de leer algo de calidad. Estupenda novela histórica sobre un suceso que tuvo lugar en Brasil a finales del siglo XIX, relatada con mucho realismo y que me ha recordado a Guerra y Paz. Es larga, pero no le sobra ni una página. A la altura de La fiesta del Chivo, la mejor de las que he leído del escritor hispano-peruano.
Fundación. Isaac Asimov (Bruguera). Un familiar me dejó la primera trilogía de Asimov, pero no voy a pasar del primer libro. Es entretenido y se lee bastante rápido, pero no me entusiasma la ciencia ficción.
Purga. Sofi Oksanen (Salamandra). Me la compré porque fue uno de los éxitos literarios de esta primavera, como lo había sido en Finlandia (país natal de la autora) y Francia. El argumento está muy bien y la ambientación en Estonia desde 1936 a 1992 muy lograda, pero el desarrollo está demasiado compartimentado para mi gusto, con capítulos cada vez más cortos y continuos saltos temporales con el fin de mantener la emoción. Entretenida y recomendable, en cualquier caso.
Riña de gatos, Madrid 1936. Eduardo Mendoza (Planeta). La recomendación de varios amigos y familiares y la calidad literaria del autor de La ciudad de los prodigios contrarrestaron mi aversión a los premios Planeta. Estoy acabándola, pero sin saber el desenlace ya puedo recomendarla.