La realidad es algo fuera de nuestro alcance. Ante nosotros se presenta no como si de antemano supiéramos qué hacer, cómo manejarnos con ella, sino que se nos aparece como problema. Y en buscar la manera de ir resolviendo ese problema que nos supone la realidad consiste la vida. “Vida es lucha con las cosas para sostenerse entre ellas”. A ese combate con las cosas vamos ante todo pertrechados con nuestra mente. Para tratar de comprender lo que son esas cosas disponemos de la razón y de los instrumentos a través de los cuales se desenvuelve, los conceptos. Pero los conceptos no se forman como estricto reflejo de la realidad, sino que son algo que emitimos nosotros, un intento por nuestra parte de responder al problema y a la dificultad de movernos entre las cosas. Si se escruta bien la entraña de cualquier concepto se comprueba que no nos dice nada de la cosa misma, sino que alude solo a lo que el hombre puede hacer o padecer con ella. Lo que vemos de las cosas, lo que llegamos a entender de ellas depende de alguna clase de papel que llegan a cumplir en nuestra vida. El contenido del concepto, de la razón, es siempre vital, referido a nuestra vida, a eso que podemos hacer o padecer con las cosas. Un concepto –abramos algo más el abanico de esta reflexión– es, por exceso o por defecto, una exageración, una manera de redondear lo que en la realidad no llega a ser tan rotundo como los conceptos expresan, sino que a todos ellos debe ir adherida la consideración de un “más o menos”. ¿Qué son en sí mismos la luz, la oscuridad, el mundo…? No lo sabemos; solo llegamos a relacionarnos con aquella parte de las cosas que, igual que la gama de colores que percibimos es solo la que se acomoda a nuestro limitado sistema sensorial, entra dentro del marco de nuestra vida. Por otro lado, los conceptos se construyen no ateniéndose estrictamente a las cosas concretas, sino haciendo referencia a modos de ser ideales (exagerados) hacia los que apuntan esas cosas concretas. Una silla es algo que más o menos se corresponde con la idea de silla que tenemos guardada en nuestra mente; una acción justa es algo que más o menos encaja con nuestra representación de lo que es la justicia ideal. La realidad en su conjunto, tomada desde la perspectiva de los conceptos o ideales hacia los que es referida, es algo así como un estado provisional, un momento de descanso en el tránsito hacia ese ideal.
Es lo que venía a decir Ortega cuando afirmaba que “la forma es un movimiento detenido”. Es decir, que lo que ha llegado a ser es una interrupción en su camino hacia algo más. También E. M. Cioran: “El universo es una pausa del espíritu”. Incluso Unamuno gravitaba alrededor de esta misma idea cuando decía: “El espíritu dice: ¡quiero ser! Y la materia le responde: ¡no lo quiero!”. El espíritu es precisamente la parte de nosotros que nos mueve es pos del ideal, un ideal que siempre está más allá que la concreta realidad, que la materia que nos sirve de punto de partida. La vida es lo que invertimos en el esfuerzo de ir en pos de los ideales. Nuestra tendencia a exagerar, a redondear nuestra percepción de las cosas construyendo conceptos a los que referirlas es la misma tendencia que nos impide conformarnos con lo que materialmente son las cosas, y nos empuja a emplear la vida en empresas que estén al servicio de los ideales. Por eso dice Ortega: “La vida humana, por su naturaleza propia, tiene que estar puesta a algo, a una empresa gloriosa o humilde, a un destino ilustre o trivial. Se trata de una condición extraña, pero inexorable, inscrita en nuestra existencia”. Si faltara ahí afuera esa tarea a la que interiormente nos vemos compelidos, la vida se quedaría vacía, pues precisamente consiste en ese quehacer que nos saca de nuestra realidad inmediata –la que solo necesita de nuestra inercia, que es lo que en nosotros representa a la muerte–, que nos empuja fuera de lo que ya somos, en pos del ideal. “Vivir es ir disparado hacia algo, es caminar hacia una meta. La meta no es mi caminar, no es mi vida; es algo a que pongo ésta y que por lo mismo está fuera de ella, más allá”.