Mis pelis de... abril

Publicado el 02 mayo 2014 por Manuelmarquez
Ya sé que no invento nada con esto (tampoco es tan fácil eso de inventar, qué quieren que les diga...). Entre otras referencias, y sin ir más lejos (de hecho, las pueden localizar en el menú de enlaces de la columna derecha de este blog), en las 'cibercasas' de Adrián Esbilla (la Esbilla Cinematográfica Popular) y Hildy Johnson (el blog de ídem) pueden disfrutar de reseñas recopilatorias en esta misma línea. Pero me ha parecido una buena opción la de secundarles (bueno, seamos francos: copiarles, imitarles...) en una iniciativa de ese tipo. Vamos, pues, con una serie de críticas cortas correspondientes a pelis que he visto durante el pasado mes de abril. No todo es bueno ni bonito, pero no me cabe duda ninguna duda de que no se puede negar que es variado. Espero que les guste el invento (ajeno, pero invento, al fin y al cabo...).

ODD THOMAS, CAZADOR DE FANTASMAS (ODD THOMAS; U.S.A., 2013).-

* Crítica de 'Odd Thomas, cazador de fantasmas' (Odd Thomas; U.S.A., 2013), de Stephen Sommers, con Anton Yelchin, Addison Tomlin y Willem Dafoe.-

NADA NUEVO BAJO EL SOL.- En la estela de la saga que le otorgó un lugar señero en el escenario de los blockbusters hollywoodienses (la de 'La momia'), Stephen Sommers escribe, dirige y produce esta cinta, en la que cobran especial relieve (cómo no...) unos efectos especiales que muestran un aire de familia más que evidente con los de la mentada saga (la figura de los 'acechones', con sus descomposiciones y recomposiciones corporales, nos remite, de forma clara, a la de los diferentes villanos 'mummies'), y que terminan constituyendo el principal atractivo de una propuesta que, trufada de ligeros apuntes de humor y amor, difícilmente eludibles en una producción con aspiraciones obvias de llegar a un público amplio, no ostenta mayor originalidad que la de cualquiera otra de las mil y una ya vistas urdidas sobre idéntico trazado argumental: el de la historia del héroe destinado a luchar contra la materialización inminente, en la pequeña y plácida población en la que vive, de una profecía, conocida a través de un personaje cercano, de tintes apocalípticos y satánicos, lucha que se desenvuelve en un marco temporal limitado, que genera el suspense que siempre va asociado al desarrollo de una cuenta atrás inexorable. Aunque la novia del héroe (una tierna y encantadora Addison Timlin, que derrocha atractivo y encanto) luce mucho más hermosa que Terele Pávez, Álex de la Iglesia ya hizo, en 'El día de la bestia', algo parecido a esto con un ritmo mucho más vivo y un desparpajo más estimulante. Que conste...

EL ÚLTIMO DE LOS INJUSTOS (LE DERNIÈR DES INJUSTES; FRANCIA, 2013).-

* Crítica de 'El último de los injustos' (Le dernièr des injustes; Francia, 2013), de Claude Lanzmann.-

HISTORIA, CINE....- No tengo la más mínima objeción moral que hacerle a cualquier persona que se acerca al cine con el único y exclusivo objetivo de entretenerse —objetivo tan noble y legítimo como cualquier otro que no cause daño o perjuicio a nadie—. Pero es evidente que no es a este público al que va dirigido un film como 'El último de los injustos'. Extenso (con un metraje cercano a las cuatro horas), denso (la acumulación de datos, informaciones, opiniones y episodios llega a hacerse abrumadora), y, por momentos (por qué no decirlo...), plúmbeo: no debe ser fácil, por muy interesado que el espectador pueda estar en todo lo relacionado con el Holocausto y el nazismo, sostener el interés de un audiovisual centrado en una larguísima entrevista al último presidente del Comité Judío, montada en alternancia con la lectura, ilustrada con imágenes actuales, de un libro que narra los mismos hechos sobre los que versa el testimonio del protagonista. Un protagonista, Benjamin Murmelstein, en cuyo relato, arco de pivote del documental, se da una curiosa mezcla de megalomanía, autojustificación y cierto punto de aceptación de una responsabilidad culpable que jamás llega a imponerse a los dos primeros aspectos, pero que, al menos, los atempera y matiza. Como pieza cinematográfica, aceptable. Como herramienta histórica, valiosísima. Apreciela cada cual en su justa medida en cada una de las dimensiones...

SERIE B (ESPAÑA, 2012).-

* Crítica de 'Serie B' (España, 2012), de Ricard Reguant, con Manuel Zarzo, Sonia Monroy y Nuria de Córdoba.-

¿NOS ECHAMOS UNAS RISILLAS?.- No es lo diabólicamente simple de su trama, una historia con los retruécanos justos y necesarios para no perderse en los vericuetos por los que no le corresponde caminar; ni lo ajustado de su metraje, que pasa en un suspiro e impide cualquier atisbo de impaciencia; ni lo majestuoso, desde la más absoluta falta de pretenciosidad, del trabajo de un Manolo Zarzo que demuestra —con un protagónico a su mayor gloria y celebración— que los grandes no son tales por el calibre de sus papeles, sino por la sencilla eficacia con que son capaces de despacharlos. Lo que hace de 'Serie B' un perfecto homenaje a esa etiqueta que su título rememora es su atmósfera, insana hasta/desde lo hilarante y capaz de situar al espectador en ese terreno en el que éste no sabe si se le está pidiendo una risa o se están riendo de él. Personajes ridículamente siniestros, sangre y vísceras en dosis generosas (mas no abusivas) y carnes recauchutadas y exhibidas con tanta alegría como innecesariedad. ¿No era eso? Pues eso es...

PHANTOM (EL NUEVO FANTOMAS) (PHANTOM; ALEMANIA, 1922).-

* Crítica de 'Phantom (El nuevo Fantomas)' (Phantom; Alemania, 1922), de F.W. Murnau, con Alfred Abel, Grete Berger y Lya de Putti.-

DEL ÁCIDO CORROSIVO DEL AMOR.- Condenado por amor, el amor lo redime. Lorenz Lubota, el fantasma a que hace referencia el título de la cinta —encarnado por un Alfred Abel que ya atempera la exageración en el gesto que hasta entonces había caracterizado el trabajo de los intérpretes en el cine silente—, es el hombre sin determinación ni carácter, incapaz de imponerse a un estado de lasitud existencial en el que solo parece haber lugar para sentimientos volátiles y exaltaciones espirituales alejadas de cualquier (pre)ocupación vulgarmente terrena. La víctima propiciatoria, pues, de personajes con escrúpulos morales bastante más rebajados que los suyos, y el objeto perfecto para convertirse en el vértice de un enredo criminal en el que otros medran a costa de su sufrimiento, y el de aquellos que, de entre los que le rodean, le profesan un afecto sincero. Murnau lo sitúa en el epicentro de su trama, y lo sigue y lo persigue hasta la extenuación, en un recorrido de imágenes, a caballo entre lo mágico y lo doliente, que denotan una maestría formal y un manejo de elementos expresivos (¿quién dijo que Welles 'inventó' la profundidad de campo...?) absolutamente admirables, si nos sitúamos en el contexto temporal de la obra. No suele ser citada entre las cumbres del cineasta alemán, pero no carece de méritos para ocupar su lugar en dicha cúspide. Excelente.

SPELLBOUND (AL PIE DE LA LETRA) (SPELLBOUND; U.S.A., 2002).-

* Crítica de 'Spellbound (Al pie de la letra)' (Spellbound; U.S.A., 2002), de Jeffrey Blitz.-

C-U-R-I-O-S-O.- Situado en las antípodas tonales del 'documental de guerrilla' que encumbrara a una figura como la de Michael Moore, se trata 'Spellbound' de una pieza amable y simpática, que proyecta una mirada de blancura casi celestial sobre el ultracompetitivo (y peculiarísimo) mundo de los concursos de deletreo en los Estados Unidos, a través de un retrato múltiple de un grupo de participantes, que nos permite contemplar tanto sus puntos en común (un cociente intelectual elevado, un espíritu y capacidad de trabajo brutales y un apoyo 'logístico' y moral familiar importante) como las peculiaridades de la personalidad de cada uno/a de ellos/as. De esa forma, lo que hubiera podido ser (de haber sido ésa la voluntad de sus creadores) un retrato ácido y tenebroso de un mundillo en el que no falta elementos del 'lado oscuro' (la sobre presión del entorno; el fomento de una competitividad desmedida), se convierte en un relato de grato visionado, en el que empatizas y te encariñas con los protagonistas (de los que traza un dibujo cordial, pero no edulcorado) , y que, además, despliega, como mérito adicional —y muestra del talento cinematográfico de su autor—, una agilidad narrativa y una medida del ritmo (con un crescendo emocional que, de manera inadvertida, te envuelve y te introduce en la trama como si estuvieras ante el más frenético de los suspenses), que convierten su visión en un entretenimiento de primer orden (y hacen que sus 97 minutos transcurran en un suspiro). Con las oportunas prevenciones, muy recomendable.