Mis preguntas

Por Javier Ribas
Sigo con las cosas sencillas -  y para mi utilísimas -  tal y como he hecho en los últimos post comentando la rueda de la vida y las motivaciones. 

Lo que más agradezco al coaching es que me ha enseñado lo que son las preguntas abiertas. Ya no para preguntar a los demás sino para utilizarlas “contra” mi mismo. Os pongo algún ejemplo. Antes, frente a cualquier situación, podía preguntarme: ¿He hecho bien? Con un si o un no, el asunto quedaba zanjado. Es decir, la pregunta me lleva a dos posibilidades o si o no. Una contestación tan rotunda admite poca réplica y por tanto provoca menos auto reflexión. Si en vez de esta pregunta, utilizo otra, como por ejemplo: ¿Cómo me ha ido actuando así? Pues abro un poco las respuestas  - no mucho más -  porque con un bien, mal o regular o algo de este calibre, se puede cerrar el asunto.  Por tanto, tengo que apurar aún más la pregunta si quiero sacarle jugo.  ¿Qué consecuencias tengo actuando así?  O ¿Cómo podría haber actuado de otra manera? Empieza a obligar a que las respuestas sean más detalladas, que requieran más explicación.  Es decir, me obligan a pensar más, a profundizar más, a darle más vueltas buscando alternativas. Y aquí está lo bueno.  Siempre aparecen cosas de uno mismo que tal vez nunca esperaba.  Y para rizar el rizo – sirva solo de ejemplo - , ¿Cómo creo que explicaría esto mi peor enemigo/mejor amigo/familiar/….?  Esto ya me vuelve loco. Verás que también en la pregunta se evita la directividad es decir, hacer una pregunta que me obligue a ir hacia un camino concreto.  Una pregunta del tipo: ¿Cómo sería la respuesta favorable de mi mejor  amigo a esa situación? Estoy dando casi por entendido que mi amigo me va a apoyar.   En fin, os invito a practicar el arte de preguntar  y que lo utilicéis con vosotros mismos. Es un juego sorprendente.

Aquí os dejo un enlace en el que se explican lo 5 tipos de preguntas que hay: abiertas, cerradas, reflexivas, directivas y de opción múltiple