Mis protagonistas y secundarias preferidas de 2017

Publicado el 01 enero 2018 por Sonia Herrera Sánchez @sonia_herrera_s

Estrenamos nuevo año y me he puesto a repasar algunas de las series y películas que he visto durante este 2017 y, con ellas, los personajes femeninos que más me han cautivado. Personajes sorprendentes, complejos, redondos, interesantes, transgresores, luchadores, independientes, con coraje… Mujeres buenas, malas y regulares; mujeres seguras de sí mismas y mujeres llenas de dudas; mujeres heteras, lesbianas, bisexuales y trans;

Así que aquí os dejo a mis protagonistas y secundarias preferidas de 2017 y, de regalo, algún spoiler.

  • Esto no va a seguir ningún tipo de orden, pero empiezo por el último personaje que entró ayer en esta lista y de la que hablaré pronto en otro post: Florence Green. Este es el personaje que interpreta Emily Mortimer en La librería, el de una voraz lectora y una mujer con determinación, afectuosa e íntegra que apuesta por sus sueños, incluso a riesgo de perderlo todo.
  • Pocos retornos he esperado con tanta ansia durante 2017 como el de Outlander. Y es que Claire Beauchamp-Fraser (Caitriona Balfe) es LA PROTAGONISTA por excelencia. Ella es el personaje que nos importa, por mucho que adoremos a Jamie. Ella es la que viaja en el tiempo, la que transgrede las normas en el pasado y en su presente, la que toma la iniciativa (también en el sexo, ¡oh!, ¡qué osadía!), la que cura a los enfermos en las condiciones más hostiles y extremas, la que se rebela contra las injusticias, la que protesta… Ella es la que lleva el peso del relato y nos cautiva de principio a fin.
  • Una de mis secundarias preferidas de todos los tiempos es la princesa Margaret que encarna Vanessa Kirby en The crown. Aunque Claire Foy está ciertamente soberbia en su papel de queen, su hermanita me resulta mucho más atractiva, misteriosa y fascinante. Quizás esto responda de forma verídica a la propia historia de la familia real británica. Quién sabe. El caso es que en la ficción yo voy con Margaret.
  • En Vikingos es imposible quedarse con un solo personaje femenino que mole. Todas son unos mujerones: Lagertha (Katheryn Winnick), Judith (Jennie Jacques), Helga (Maude Hirst), Torvi (Georgia Hirst), Astrid (Josefin Asplund)… Guerreras, reinas, escuderas, compañeras, madres, amantes… En Vikingos las mujeres son todo eso a la vez sin despeinarse, quizás porque la vikinga era una sociedad más comunitaria que permitía gestionar mejor el tiempo y ser tribu, como reclama en su famoso libro Carolina del Olmo. El caso es que ninguna de ellas es comparsa y eso, por mucho que digan que este ha sido el año del protagonismo femenino en la ficción televisiva (bla, bla, bla), sigue siendo un rara avis, un camino largo que habrá que recorrer, máxime en algunos géneros como la fantasía, la ciencia ficción o los dramas históricos.
  • Con la Carlana (Núria Prims) de la adaptación al cine de Incerta glòria, dirigida por Agustín Villaronga, me ha sucedido como con el personaje de Gandalf creado por Peter Jackson: es exactamente como la imaginaba. Una femme fatale de provincia, una superviviente, un personaje que fascina y subyuga desde el primer fotograma porque Incerta glòria es ella.
  • Aunque el protagonista indiscutible sea Eduard Fernández y sea una serie eminentemente masculina, hay dos personajes femeninos que deslumbran en medio del paisaje gris y desolador de La zonaese serión que nadie debe perderse-: Julia Martos (Alexandra Jiménez) y Zoe Montero (Alba Galocha). Dos mujeres que no se rinden nunca y sin el papel clave de las cuales sería imposible descubrir qué ha sucedido.
  • Marta Hazas continúa estando estupenda en su papel de Clara Montesinos en la secuela para Movistar de Velvet, pero en Velvet Colección brillan con luz propia dos secundarias de lujo, Adriana Ozores y Aitana Sánchez Gijón a las que solo les hace falta aparecer en pantalla un minuto por capítulo para que valga la pena verlo. Y es que al lado de esas dos monstruas de la interpretación es difícil destacar y se echa mucho de menos a Cecilia Freire.
  • En la producción mexicana de Netflix Ingobernable no hay mujeres florero ni víctimas pasivas. Empezando por una primera dama, Emilia Urquiza García (Kate del Castillo), que se rebela ante la violencia y la corrupción del narcoestado, hasta una Zyan (Tamara Mazarrasa) armada hasta los dientes o una Ana Vargas-West (Eréndira Ibarra) que interpreta a la jefa del gabinete presidencial, nos encontramos con todo un elenco de mujeres valientes y aguerridas y con poder en sus diferentes espacios sociales, ya estemos en Los Pinos o en el popular barrio de Tepito. Entre todas ellas, destacaría a Aida López -siempre es un placer verla en cualquier papel- que interpreta a Chela Lagos, una mujer madura que tiene un affair con un hacker unos 20 años menor que ella (Maxi Iglesias) y que forma parte del grupo «Las cabronas de Tepito».
  • La producción de la sexta temporada de House of Cards fue suspendida el pasado mes de octubre de forma indefinida después de que Kevin Spacey, protagonista y productor ejecutivo de la serie, fuera acusado de acoso sexual por el también actor Anthony Rapp. A veces la realidad nos obliga a dejar caer a los ídolos y tras este descubrimiento no echaré demasiado de menos a Spacey ni a su detestable papel de Frank Underwood, pero sí añoraré a Claire Underwood porque es un personaje lleno de matices, heroína y villana al mismo tiempo, que tenía mucho que ofrecernos todavía.
  • Es verdad que vemos la historia de Las chicas del cable a través de los ojos de Lidia Aguilar (Blanca Suárez), que ella es probablemente quién más nos preocupa y que no sabemos si se quedará con Carlos o con Francisco o los mandará a los dos a tomar viento -por decirlo finamente- que, a mi juicio, sería la mejor opción. El caso es que, sintiéndolo mucho, mi prefe de la Compañía de Teléfonos no es ella, sino Carlota Rodríguez de Senillosa (Ana Fernández) y Sara Millán (Ana Polvorosa) porque ellas son las que viven la historia de amor más interesante y transgresora, las que se juegan el tipo por vivir aceptando su identidad sexual en la España de finales de los años 20 del siglo pasado y las que ponen sobre el tapete cuestiones como el poliamor, la bisexualidad o la transexualidad. Y, además de ellas, me chifla el papel de mala-malísima a lo Angela Channing que interpreta Concha Velasco y el de beata resabiada de Tina Sainz. Para mí, ellas son las verdaderas estrellas de esta serie de la que esperamos una tercera temporada en 2018.
  • Otra serie con un protagonismo femenino absoluto, pero coral, es Big Little Lies. ¡Qué gran regalo nos hizo HBO! La serie, al igual que sucede con The crown, conquista desde los primeros segundos de la careta de entrada. Luego conocemos a Madeline Martha Mackenzie (Reese Witherspoon), Celeste Wright (Nicole Kidman), Jane Chapman (Shailene Woodley), y ya no hay vuelta a atrás. Pijas, sí; con casas que una no podría pagar en 10 vidas, también; pero a pesar de ello hay algo en estos personajes que conquista por sus inseguridades, sus conflictos absurdos y mundanos, sus miedos, sus fantasmas y, sobre todo, por plasmar el concepto de sororidad como una realidad practicable que no es perfecto, pero que, sin duda, existe en nuestras vidas. Destacaba los papeles de Witherspoon, Kidman y Woodley, pero no sería justa si me olvidará de Zoë Kravitz y Laura Dern y de la fabulosa Darby Camp que con tan solo 10 años interpreta a una perspicaz Chloe Mackenzie que te hace desear tener una hija así algún día.
  • Otro gran hallazgo del año (ya) pasado ha sido la serie Juana Inés. De forma aún más contudente que en Outlander, aquí Arcelia Ramírez sostiene el cetro del relato. Su papel de Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa y escritora del siglo XVII, encandila y no nos permite mirar hacia otro lado. Rebeldía, agudeza, desobediencia, la belleza de la poesía como hilo conductor de la vida apasionante y apasionada de una de las pioneras del feminismo en México.
  • Para mí una de las series más turbadoras del año fue Por trece razones y, por ende, el personaje de Hannah Baker (Katherine Langford), un personaje con una profundidad inagotable, poliédrico, al que podemos acercarnos desde muchos prismas y enfoques. Ya escribí sobre ambas en Pikara Magazine hace unos meses, pero Hannah no me ha abandonado. Creo que tanto su personaje como la serie en su conjunto daría para un análisis mucho más complejo, releyendo a Émile Durkheim (El suicidio) y a Virginie Despentes (Teoría King Kong). En 2018 llega la segunda temporada, así que es probable que vuelva sobre el tema. Seguiré informando.
  • En 2018 también se espera la segunda temporada de Harlots: cortesanas, una serie de época muy poco convencional que supone todo un reto para los diferentes posicionamientos sobre la prostitución que encontramos dentro del movimiento feminista. Quizás sea, precisamente por ello, un estupendo material para dialogar sobre este asunto que tanto crispación provoca y tan poco consenso. Confieso que Lucy Wells (Eloise Smyth), a quien la narración dirige las simpatías del espectador o espectadora, no me cae bien. De momento me parece insulsa. Por el contrario, me ha atrapado la fuerza arrolladora de la indómita Martgaret Wells (Samantha Morton) y la terquedad y sublevación de su hija Charlotte (Jessica Brown Findlay), así como el estilo (estética y personalmente hablando) y el talante cuidadoso de Nancy Birch (Kate Fleetwood).
  • Si Por trece razones me turbó, El cuento de la criada directamente me produjo una tremenda angustia. Hablaré pronto de esta serie (y de la obra de Margaret Atwood en la que se basa) en un artículo que estoy preparando sobre ficciones y distopías, pero indudablemente June Osborne (Defred), el personaje de “la criada” que interpreta una extraordinaria Elisabeth Moss, genera una empatía sin igual y, al mismo tiempo, despierta una rabia terrible contra el sistema totalitario que las utiliza y exclaviza sexualmente y contra todos aquellos personajes que lo potencian y lo amparan como Fred Waterford (Joseph Fiennes) y Serena Joy (Yvonne Strahovski).
  • Otra serie sobre la que tengo pendiente escribir (propósitos de Año Nuevo) es Stranger Things. He escuchado varias críticas al tratamiento de los personajes y a las relaciones y roles de género que se establecen, pero no acabo de estar de acuerdo con ninguna de ellas ya que Eleven (Millie Bobby Brown), Nancy Wheeler (Natalia Dyer) y Joyce Byers (Winona Ryder) son probablemente algunos de los personajes femeninos más sugerentes, originales, resilientes y dinámicos que se hayan creado en mucho tiempo. Pese a que el grupo de preadolescentes alrededor del cual gira la trama está formado básicamente por chicos, el protagonismo nuclear de Eleven la historia es incontrovertible. A mi juicio Stranger Things recupera en cierto modo para las mujeres el género fantástico y de ciencia ficción donde tradicionalmente hemos sido relegadas al ostracismo o a roles de género tradicionales y estereotipados.

También ha sido el año de rescatar series y pelis que se me habían escapado en su momento. Así, en 2017 he podido descubrir a personajes inolvidables como la inspectora Sarah Linden (Mireille Enos) de The killing (2011-2014) o a las descifradoras de códigos de The Bletchley Circle (2012-2014), todas ellas mujeres inteligentísimas, fuertes, competentes, valiosas, atrevidas…

También pude deleitarme con una espléndida Maggie Smith en The Lady in the Van (2015) que interpreta a una anciana ácida, impertinente y excéntrica; dolerme y reírme con una María (Bárbara Lennie) hiperresponsable, que se siente estancada y con la que es muy fácil identificarse en María (y los demás) (2016); enamorarme de y con Carey Mulligan en esa especie de cuadro luminoso de Jean-François Millet que es Lejos del mundanal ruido (2015); y revisitar a una infeliz Emma Bovary en la última adaptación cinematográfica del clásico de Flaubert dirigida por Sophie Barthes (de ella escribiré en un próximo artículo) en 2014 y magníficamente encarnada por Mia Wasikowska.

Hasta aquí el repaso. Vedlas y disfrutadlas todas ellas. Y que el 2018 nos traiga mucho más cine y muchas más series y, sobre todo, muchos más personajes femeninos completos, con historias atrayentes, que nos embelesen, nos trastoquen, nos convenzan y nos perturben. ¡Feliz año nuevo!

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