No voy a ir a la huelga el 29-M para empezar porque estoy en paro, lo que sería ya una razón suficiente para adoptar esta decisión.
No voy a sumarme a las manifestaciones ni protestas previas, ni a las que se convoquen ese día porque ya di mi opinión al respecto de la política del PP cuando voté en las elecciones generales del 20-N, que creo que es cuando debía hacerlo.
No voy a apoyar las marchas en la calle porque quienes las convocan no me merecen ningún respeto, han perdido toda la credibilidad y practican cualquier cosa menos la defensa de los trabajadores, labor en la que creo firmemente (el sindicalismo no tiene nada que ver con lo que hace CCOO o UGT).
No niego que haya mil razones para una huelga general, las había mucho antes de la del 29-S, cuando los sindicatos mayoritarios quedaron tan en evidencia, que no les quedó otra que convocarla.
Supongo además que la huelga del 29-M será un fracaso, ¿o es que resulta que ahora todos esos votantes progresistas que se quedaron en su casa van a movilizarse y a rasgarse las vestiduras por lo que está pasando?, porque a mí me parece que la reforma laboral del PP no se sale del guión de la derecha votada masivamente por los ciudadanos de este país.
Y si quieren saber lo que se aproxima, con o sin huelga, les recomiendo que empleen unos minutos viendo, de la mano de uno de los pocos que aún hace periodismo en España, lo que ocurre en nuestro patrón de comportamiento: Alemania. Lo siento por el pesimismo, hoy es lo que toca.